LA DICTADURA EN VENEZUELA DESDE LA TEORÍA IDEALISTA DE PITIRIM A. SOROKIN

PITIRIM A. SOROKIN

Testigo de un orden mundial que se precipitaba a la desintegración, la mirada de Sorokin es imprescindible si se quiere entender el fenómeno dictatorial en Venezuela, sus efectos en la región y en el mundo.

El presente artículo constituye el segundo trabajo de exploración teórica y crítica en torno a la crisis democrática en Venezuela y su impacto en la región, en Colombia, en específico, dado que ha sido uno de los países que mayor población ha acogido durante sucesivas ondas migratorias y donde los estragos sociales producto de la migración masiva de venezolanos son sentidos en su severidad. El estudio de la dictadura entendida como fenómeno social y cultural es el objetivo de esta publicación, concepto aplicado por las corrientes idealistas e irracionalistas de finales del s. XIX, en oposición a los conceptos de “hecho social” (Weber) o “cosa” social (Durkheim) propias del liberalismo que había impregnado a la Sociología el germen del avance progresivo y lineal de la historia occidental.  Dos guerras mundiales consecutivas en un mismo siglo dejaron en evidencia la obsolescencia de los sistemas de pensamiento decimonónico, surgiendo la perentoria de una nueva concepción de la “sociedad” que aboliera los conceptos desgastados de los padres fundadores de la Sociología. Por lo tanto, de la visión de un autor que vivió los horrores de las dictaduras fascista (Franco, Mussolini), socialista (Lenin) y nazi (Hitler) no es posible prescindir si lo que se busca es comprender a cabalidad la actual crisis social en este país del Cono Sur de América que, aunque lejos geográfica e históricamente de los acontecimientos que estudió, no dejan por esto de ser objeto de investigación, tratándose de teorías y sistemas inductivos que permiten definir, comprender, explicar y plantear una solución desde la perspectiva de la Sociología, en esta oportunidad, en función de la obra del ruso nacionalizado estadounidense, Pitirim Alexandrovich Sórokin (Provincia de Turia, Rusia, 1889 – Winchister, E.U., 1968 ).

 

Sorokin fue “miembro del Soviet Campesino Pan-Ruso que preparaba la revolución que estallaría en 1905”, por lo cual fue apresado y puesto en libertad en repetidas ocasiones. Trece años más tarde, en 1913, sería el secretario de Kerensky”–militante del Partido Socialista Revolucionario (PSR) y miembro honorífico del gobierno provisional tras la Revolución de Febrero–, su oposición a las arbitrariedades de los bolcheviques le valió de nuevo la detención. Recobra su libertad y funda la Liga para la Regeneración de Rusia, un grupo de intelectuales de corte contrarrevolucionario. Fue condenado al patíbulo, para ser luego rescatado, tras varios meses de condena por mano del propio Lenin y ser ubicado en la cátedra de Sociología de la Universidad de Leningrado y en la Academia de Agricultura. (Las Filosofías Sociales en Tiempos de Crisis. Eloy Terrón, prólogo. p. 10, 11).

 

Sorokin fue un teórico social incomprendido en su tiempo; su visión catastrófica de la historia de Occidente chocaba con la realidad objetiva del progreso industrial y militar de aquellos días. Los primeros años de docencia en el Instituto de Neuropsicología y más tarde como estudiante en el Instituto Neuropsicológico de San Petersburgo le dieron las bases para una investigación empírica y pragmática, dada la fuerte raigambre en las teorías conductistas pavlovianas en vigencia. Cierta aversión hacia el positivismo liberal de su época lo llevó a buscar una fuente, un ideal, entendido como realidad absoluta del cual descomponer la multiplicidad de fenómenos, tanto percibidos (conocimiento sensible) como a-percibidos (intuición), pues no cabía delegar a las ciencias positivas de nuevo la responsabilidad de reconstruir las bases fundamentales de la sociedad, no sin una perspectiva, no sólo teorética, sino epistemológica y de alcance ontológico.

 

Es en tiempos de crisis cuando el hombre se pregunta por las circunstancias que tensan su naturaleza y remueve las bases de lo que hasta ese momento crítico de la historia tenía por real y verdadero, es en épocas de crisis cuando se cuestiona y reflexiona sobre los procesos socioculturales que la provocan. En Sorokin, tal reflexión no da cuenta de una solución fenomenológica a la crisis de su tiempo, sino que crea y opera un sistema de interpretación de los fenómenos sociales y culturales que trasciende los yerros del pensamiento mecanicista, materialista y, por lo tanto, progresista de la Europa de entreguerras. A la concepción lineal del progreso propia de su tiempo (Danilevsky, Northrop, Toynbee) Sorokin antepone una concepción cíclica de los procesos históricos, ciclos producto de las fluctuaciones entre los sistemas de verdad, formas del arte, de la mentalidad o cultura ético-jurídica y penal, las interacciones sociales, en teocrática y gobierno secular, en el concepto de libertad y en la guerra en Occidente. El amplio acervo de hechos históricos sirve en su obra como sustento a su teoría, a su diagnosis y a su prognosis acerca de los retos del futuro. Para ello, Sorokin se vale de un sistema de categorización de las sociedades según el tipo de cultura predominante, entendido como un sistema o modelo sociológico que, aunque no denota con exactitud los rasgos ocultos de la realidad total, permite al investigador delimitar los factores o elementos genéticos y abstractos que conforman un determinado fenómeno social. Así, Sorokin separa tres tipos de cultura, ideacional, racionalista y sensata, así como la mezcla entre estas y las variaciones que entre unas otras se dan teniendo como componente axial la enunciación de una premisa que las define y de la cual parte el análisis subsiguiente del problema a tratar. Su concepción cíclica de la Historia se encuentra en oposición a la concepción liberal del progreso indefinido, del progreso lineal o concepción lineal de la historia. Considera la historia como una serie de ciclos sin orden de sucesión fija y como el movimiento fluctuante de los sistemas humanos, los cuales van siempre detrás de las necesidades reales y suficientes de una sociedad en un tiempo-espacio determinado, y, por tanto, sistemas desactualizados e insuficientes para contener las corrientes erráticas del devenir histórico. Los diques que controlaban los impulsos de las masas fueron arrasados desde sus cimientos, era el momento de definir un nuevo derrotero para que pudieran alcanzar sus anhelos, su ideal de sociedad según el tipo de cultura dominante, es decir, en orden con la mentalidad de los individuos y los grupos que conforman las distintas sociedades y suscitan sus respectivas culturas.

 

Ahora bien, la terminología usada por Sorokin indica que, a los modos de conocimiento racional y empírico, encuadrados en las Escuelas de Pensamiento Racionalista (Descartes, Leibniz, Spinoza) y Empirista (Berkeley, Comte, Hume, Kant), les resta conocer de la realidad total, pues a estos les son extraños los factores supra-racional y supra-sensitivo de la existencia. No basta, según su perspectiva gnoseológica y fenoménica, con la deducción y la inducción de los fenómenos sociales, con la verdad parcializada por estas dos vertientes del  pensamiento, sino que, desde una posición ahistórica, no determinada por el influjo de su época, el investigador social ha de valorar el nivel subjetivo e intuitivo del conocimiento, esto es, la capacidad de articular una nueva línea de discernimiento científico, no positivista, sino verídica, en tanto abarca una franja mayor de la realidad objetiva añadiendo el componente intuicionista. Creemos que algo es verdadero más allá de la evidencia empírica, de la racionalidad, pues estas no colman la totalidad del fenómeno, creemos que algo es verdadero en tanto que seres atravesados por fuerzas metafísicas que nos permiten ver más allá del aparente universo fenomenológico y subjetivo, más allá de la abstracción de los conceptos, hacia el nivel supra de la realidad.

 

Hasta aquí, los procesos fluctuantes de los sistemas humanos determinan los ciclos en los que una y otra clase de cultura domina, de tal modo que una cultura idealista promueve los valores morales trascendentales, mientras que una cultura sensata promueve valores materiales y utilitaristas. Una cultura racionalista propende por una sistematización de los procesos, es positivista, por lo tanto, se acerca al tipo de sociedades sensatas y se aleja de la idealista. Según Sorokin, corren tiempos donde domina el tipo sensato de cultura, amainados los individuos en la búsqueda del placer y la concupiscencia, y, dentro de él, un tipo cínico de dominación, en el cual se urden las artimañas necesarias para la conservación del poder en las manos de las élites corporativas y estatales que arbitran, administran y reparten el capital de las naciones occidentales según una concepción hedonista y ególatra de la historia.  Sorokin vivió en carne propia los terrores de las crisis durante los días de la revolución bolchevique y dejó testimonio de los efectos que el hambre y el desarraigo trae sobre la condición humana en su obra Hunger as a factor of Human Affairs (1921-1922), traducido y publicado cincuenta años más tarde por su esposa, Elena Sorokin. Para, con ello, deducir que, dados los signos actuales de desarraigo y miseria evidenciados en Venezuela, el país adolece los problemas de ser dirigida por el poder de una dictadura despótica y sensualista; son dirigentes consagrados a la creación de riqueza material e, incluso, intelectual, pero desprovistos de riqueza moral, factor que, bien que mal, determina el fin de toda tiranía, para pasar a un tipo ideacional de cultura, con leyes y costumbres incluso más severas y apremiantes que las propias del tipo dictatorial, pues entran en juego valores trascendentales que otrora eran tenidos como obsoletas, producto del dogmatismo. En su Social and Cultural Dynamics, Sorokin completa la tarea de crear un sistema de discernimiento del complejo humano. Veinte años después de escrita su diagnosis y comprobar sus predicciones argumentando en The Basic Trends of Our Time (1964) que se han vislumbrado los signos de la desintegración del orden sensato y empírico de cultura dando paso, como sucede “cuando las eminencias de una facultad cualquiera mueren, tomando otras facultades la delantera”, a un nuevo tipo de “sociedad”. Enfatiza en la traslación del eje del poder, desde Europa y Norte América, hacia Asia y el Atlántico, Américas, Asia y África como segunda tendencia. En tercer lugar, denota la “emergencia y lento crecimiento de los primeros componentes de un nuevo orden –integral–, un nuevo sistema de valores y tipo de personalidad”.

 

En este contexto, el presente ensayo busca dilucidar la verdad acerca de la legitimación de la dictadura en Venezuela, tal como se ha legitimado en Nicaragua y Cuba, y ver el riesgo que representa tal proliferación de dictadores en la región,  a quienes normalizan la toma del poder por golpe de Estado, tal como N. Maduro y su gobierno hizo el 28 de julio de 2024 durante las elecciones presidenciales, al auto proclamarse ganador de la contienda. Restan pocos días para que los púgiles de la oposición tomen el control del gobierno del Estado, pero aún no se observan señales retaliativas ni beligerantes más que las aseveraciones emitidas por los medios de comunicación. La actual situación en Venezuela amerita una mirada desde la perspectiva de la filosofía social de Sorokin, pues, más allá del anacronismo de comparar las dictaduras en Europa con la de N. Maduro, lo que aquí se busca es hacer tal diagnosis, la enunciación de una premisa que defina el tipo de cultura dominante en Venezuela, y la subsiguiente prognosis, es decir, una anticipación aproximativa a la realidad objetiva según el centro de poder creativo tiende a desplazarse desde un punto del planeta a otro en el cual Venezuela encontrará asidero y que promete la salvación del naufragio de la nave democrática bajo la bandera del “Socialismo del siglo XXI”.

 

Contemplando el panorama actual, vemos un país saqueado cuya infraestructura civil se desploma, vemos un territorio asolado por el abandono y la miseria de su población rural y campesina, vemos drenados sus pozos petrolíferos y los recursos naturales no renovables sobrexplotados, vemos, en fin, una hecatombe humana. El exilio de miles de personas de todas las clases y condiciones ha dejado al país sin fuerza de trabajo y sin mano de obra calificada, siendo hoy su economía basada o en su mayor parte conducida por medios ilícitos y criminales. Hablamos de una democracia fallida, de un narco-estado que, como el de Colombia y México, ha sido secuestrado por las mafias y no hay poder externo que reclame el derecho de poner sus supuestas soberanías en cintura. Se necesitaría, en realidad, una transformación profunda del orden político que no se da sin antes haber depurado el Estado y sus dirigentes del germen del progreso ilegítimo de la cultura sensualista y ególatra. Todos los sistemas teoréticos son caducos y se deshacen en tanto entran en contacto los sistemas de valores ideacionales con los sensatos, pues entre ellos el choque ideológico es inminente. Aunque puede, según Sorokin, prevalecer una sociedad del tipo sensato y empírico de cultura en medio de un orden ideacional de dominio, no se descarta que surja una nueva forma de cultura ecléctica en la que pervivan los valores morales más elevados de la mano de la consecución del prestigio y la riqueza que promulga el tipo sensato y hedonista de cultura. No obstante, la especulación no es propicia aquí y hemos de atenernos a los hechos que devienen con inusitada capacidad transformadora.

 

Diagnosis de la crisis democrática en Venezuela

En virtud de la consecución de los fines filantrópicos de un orden social que promulgue los ideales más elevados y la reconstrucción de la humanidad propia de una cultura ideacional, tenemos que, los propósitos, aunque plenos de sentido objetivo y subjetivo, carecen de un sentido metafísico; que, tras cinco siglos de pensamiento, no se han superado las barreras impuestas en los sistemas filosóficos por la “abstracción de los conceptos” , ni se ha seguido del progreso técnico y empírico una solución definitiva a la urdimbre de hechos desaforados de todo sistema de verdad fundado en las venas idealista y materialista de concepción de la realidad. Entendemos que, en la visión de Sorokin, los desmanes de la ciencia arrecian y que la razón no es suficiente para detener el proceso de desintegración de las sociedades bajo el orden sensato de cultura; que, a la postre, el mundo occidental colapsará bajo el peso de las crisis.

 

Han pasado cien años desde que Sorokin escribió sus reflexiones catastrofistas, pero es notable el nivel de asertividad con la que al día de hoy nos llegan. En efecto, el eje de poder económico se ha desplazado y ya Europa busca su autonomía, tanto así Estados Unidos busca concentrar sus energías y retirarse de su rol como “policía del mundo”. Mientras China se expande, convertida en una nación imperialista hacia el Atlántico, Europa y Estados Unidos quedan segregados, dejando espacio para un reajuste de los ejes del poder que, de una u otra manera, permiten a los países atrasados configurar sus estrategias según un nuevo orden geopolítico y tomar ventaja en la carrera económica. Esto, valga la acotación, siempre y cuando los conflictos internos sean resueltos de manera si no definitiva al menos parcial. Pues, de lo contrario, las oportunidades de lograr un lugar prominente en el ajedrez geopolítico serán desperdiciadas y el atraso económico y social será el común denominador en medio del avance técnico y financiero de las nuevas súper potencias.

 

Los aspavientos de la oposición claman por ejercitar el poder democrático transnacional, sin embargo, las enmendaduras no correrán por cuenta de estos, tampoco los Estados alineados con la presidencia de Gonzáles Urrutia arriesgan sus trémulas fuerzas en combatir en tierras ajenas, pues cada una libra su propia lucha por salvaguardar su soberanía. ¿Qué resta hacer, agotadas las vías diplomáticas y advenedizas en contra del régimen madurista? La represión aumenta a medida que se acerca el día de la juramentación para el nuevo cargo en el gobierno de Venezuela y las alarmas anti dictatoriales anuncian la caída del régimen castrochavista, se promueve la unión del pueblo, pero del pueblo llano, puesto que la sociedad civil y la comunidad política del país ha sido silenciada, y el pueblo llano no está capacitado ni cuenta con la fuerza necesaria, esto ya lo hemos comprobado, para romper los muros políticos y materiales que protegen a la cúpula del régimen.

 

Así, pues, la premisa mayor con la cual definir el problema actual de ilegitimidad del poder en Venezuela deberá responder a la cuestión por la “mentalidad” de los grupos sociales que deberán confrontar la represión policial y administrativa cuando su voz se alce en rechazo contra la usurpación del poder popular, cuando las medidas contra las masas incendiarias se apliquen y se conduzca la nación hacia una desenfrenada guerra civil, a la par de la firma de nuevas alianzas económicas y geoestratégicas repunten por la expoliación de los recursos de la nación. Tal como sucedió en la caída de los ejes de Alemania y Japón durante la Segunda Guerra Mundial, el oro expoliado por los regímenes fascistas fue utilizado en la formación de fondos, como el Fondo del Águila creado con el oro de los nazis, el cual, a razón de su inutilidad como fuente de riqueza en el mercado bursátil, fue utilizado en la manipulación de los gobiernos y la instauración de políticas que promueven la perpetración en el poder de los prestidigitadores del orden mundial. Esta premisa es:

 

Siendo el gobierno de Venezuela una dictadura, su mentalidad sensata, fundada en la empiria y en el pathos del placer mundano, resistirá los esfuerzos por ser removido del poder dado que no se cuenta con una fuerza beligerante que evite su continuación en el tiempo. Quiere decir que, no es plausible la transición en este punto hacia un orden idealista ni racionalista de concepción de la historia, pues el régimen, eclipsado por las ardides de los sentidos y de las sensaciones, luchará por conservar su estatus, por legitimar sus instituciones mediante el silenciamiento de toda ideología o discurso subversivo.

 

Prognosis de la crisis democrática en Venezuela

Concatenando lo argumentado al problema en ciernes, el surgimiento de una nueva dictadura en el cono Sur de América Latina, ésta se inscribe en el ámbito internacional interviniendo en los conflictos de Medio Oriente mediante alianzas con otros regímenes dictatoriales y con organizaciones extremistas que han llegado a territorio venezolano.  Podemos comparar, por ejemplo, los 13 años de guerra civil en Siria con la crisis democrática en Venezuela, donde amenaza una guerra civil, la ley del “todos contra todos”. Así, pues, cae el gobierno de Bashar al-Assad en Turquía, y, aunque hasta ahora no se han presentado muertes sistemáticas y se presume de una transición pacífica hacia un nuevo gobierno, no se sabe todavía qué tipo de administración tendrá, ni cuáles serán su política pública. El líder rebelde, dicen las fuentes, participó en la guerra civil y es un hombre cercano al Estado Islámico. Luego, con estas premisas, se pregunta, “¿cuál será la actitud de los ganadores respecto a los perdedores? ¿Habrá ejecuciones de los cargos que quedaron del régimen por parte de los rebeldes?”.

 

Al examinar la conexión existente entre el régimen de Maduro y el conflicto en Turquía, país al cual trasladó el oro de Venezuela, cabe preguntar, ¿qué rol juega Nicolás Maduro en el juego geopolítico? A su vez, hay indicios de la existencia de bases del Estado Islámico dentro del territorio venezolano, por lo tanto, existe un tráfico de intereses conectados al petróleo y al oro de Venezuela para el financiamiento de las guerras en el Medio Oriente. Ahora bien, expoliar el oro de las arcas del erario deja al país en la ruina, ¿cuáles son las consecuencias y los efectos de este desfalco, por un lado, y el posible hecho según el cual, si Maduro entrega el poder, ¿qué pasará con el oro afuera del país? Es cierto que en Colombia se hizo algo semejante, dando a guardar el oro en los silos del Banco de Inglaterra, empero, son contextos y circunstancias distintas.

 

Es de gran interés para el caso de estudio la diagnosis que Sorokin realiza acerca de “aquello que debería ser cambiado en las instituciones y grupos y el por qué”. Define la psiconeurosis y las enfermedades como originadas por el choque de valores, normas y obligaciones entre grupos, subgrupos, instituciones, “estrata”, clases sociales antagónicas a las cuales pertenece el individuo. El autor habla de una diferenciación, de una estratificación, en sí, de una compartimentación de éste en tantas partes como sean los grupos, subgrupos e instituciones a las que, de manera voluntaria o por fuerza, pertenezca.  Sorokin habla de una condición contradictoria, ambigua, tal como “la de la barca a la deriva”, como “un balón empujado en diferentes direcciones a la vez”, es decir, una anulación de la fuerza volitiva del individuo en su ajuste a las exigencias sociales. El individuo queda “como una rueda suelta”, como un marginado de la sociedad en la medida en que no se articula a tales grupos o “estratos”, para concluir que, para el período de la posguerra, época en la que proliferaron los tratamientos psiquiátricos y el número de psicólogos, ello no redundó en una reducción de los casos de enfermedades mentales, en específico, de la neurosis. Su prognosis, consiste en un nuevo arreglo de los valores, algo no muy lejano a la trasmutación de los valores morales de F. Nietzsche, pero conservando la base semítica. En sus palabras:

 

…esto consiste en cierto re arreglo de grupos y estratos tal que su antagonismo es eliminado, tal que ellos no imponen obligaciones mutuamente contradictorias sobre el individuo y lo impele a acciones conflictivas. Los grupos y estratos deben ser diversos; pero tanto como los valores y normas básicas no sean contradictorios, mucho de tales conflictos es eliminado y el individuo es liberado de conflictos internos, conservando la unidad en la diversidad. No podemos eliminar la división de funciones entre los grupos, ni su diversidad, pero podemos abolir mucho de sus valores y estándares antagonistas. Esto puede ser hecho cuando todos los grupos y estratos subordinan sus valores y estándares a un arreglo de valores universales y un sistema de normas concordante. La esencia de tales valores y normas para las relaciones interpersonales e intergrupales fueron formulados de manera sublime en El Sermón de la Montaña, en la Regla de Oro y en similares mandamientos por parte de todas las religiones y sistemas éticos reales. (Sorokin. TRH, p. 134).

Síntesis

Entendemos, según la diferenciación sorokiniana de las sociedades, en idealista, sensata y racional, que el régimen de N. Maduro pertenece a una fase avanzada de descomposición propia de la sociedad sensata y se perfila con gran dificultad hacia un sistema administrativo de gobierno racional, no aparejado de los rudimentos técnicos necesario para dar el salto tecnológico, algo similar a lo ocurrido en la caída de la Unión Soviética con Mijaíl Gorbachov contemplando la desintegración cultural de las naciones, cuando los avances informáticos eran la piedra de toque que sacaría al mundo del atasco en el que había quedado con “la tiranía del número”, o la incapacidad de procesamiento de los datos por medios netamente electrónicos. Venezuela, según el pronóstico de Sorokin, se enfrenta al atraso técnico que implica la adaptación de la infraestructura tecnológica a los estándares de los países en los que el poder creativo se desplaza. Con Maduro en el poder, aislado políticamente, no tardará en buscar los medios que lo blinden de un ataque, por lo tanto, entraría en la carrera nuclear y armamentística. Se crearán alianzas con los países en los que fungen los narco-gobiernos y se crearán un mercado ilegal de alcances inimaginables, con un impacto en la población tal que hablaremos de un problema de salud pública a escala mundial, inundadas como estarán la sociedad en general de drogas sintéticas. Por otra parte, de hacerse la oposición con el poder del Estado, tendrán que librar a Venezuela del azote de los grupos armados internos que pululan antes de embarcarse en la nave del progreso en aguas democráticas. Deberá sacar a la población del atraso y enfrentar las penurias de una época de transición en la cual se deberán evaluar los pormenores de la desarticulación de las organizaciones criminales que consumen al Estado. Implica la ruptura definitiva con el régimen de Maduro y sus funcionarios, para no caer en la ambigüedad de integrar en una revolución a aquellos contra quienes se combatió.

 

Para terminar, es de resaltar la raíz platónica en la teoría sociológica sorokiniana, cierto “idealismo” aparejado a la Idea platónica como trasfondo filosófico del autor. Luego, a una sociedad sensata, empirista y positivista, enmarcada en la vía sensorial de conocimiento de la realidad, le sigue una sociedad idealista en la cual se recuperan los valores absolutos y se vuelve a la racional cosmovisión metafísica, supra-sensorial y supra-racional. La reconstrucción de una nación consume tanto las fuerzas racionales y empíricas, como metafísicas y meta-racionales, obedece el progreso a la confluencia de los niveles material, epistemológico y ontológico, implica la reconstitución del ser a partir de una serie definida de cambios en los diferentes compartimentos en los que él transfiere su voluntad, un cambio en la cultura de las instituciones a las que inscribe su identidad para lograr que al fin sea librado de las contradicciones que lo pervierten.

 

 Bibliografía

SOROKIN, P.

(1948). The Reconstruction of Humanity. The Beacon Press. Boston.

(1964). The Basic Trends of Our Times. College and University Press Services.

(1957). Social and cultural Dynamics: A Study of Change in Major Systems of Art, Truth, Ethics, Law and Social Relationships.

 

Juan Diego Quintero Sánchez

Tecnólogo en Realización de Audiovisuales y Multimedia de la Universidad Jorge Tadeo Lozano (2016), con amplia experiencia en la producción de música original y contenidos para proyectos personales, marcas y clientes finales. Emprendedor en Chrono-graphic, agencia de Medios, la cual pone al servicio de la comunidad los conocimientos y las destrezas adquiridas en estos campos. Al día, soy estudiante de Filosofía y Ciencias Humanas, con lo cual he añadido una nueva área enfocada en la investigación y la producción documental.

Previous
Previous

ESTUDIO TEÓRICO-CRÍTICO DE LA DICTADURA EN VENEZUELA A TRAVÉS DE LA LENTE FILOSÓFICA DE MICHEL FOUCAULT

Next
Next

LA DICTADURA MADURISTA A LA LUZ DE MAX WEBER