ESTUDIO TEÓRICO-CRÍTICO DE LA DICTADURA EN VENEZUELA A TRAVÉS DE LA LENTE FILOSÓFICA DE MICHEL FOUCAULT

Ensayo crítico

“Mientras en Venezuela no haya democracia, no habrá paz en Colombia” (María Corina Machado).

Abstract: El presente ensayo filosófico prosigue la investigación cualitativa acerca de la actual dictadura socialista en Venezuela. Se trata en esta ocasión de una indagación teórico-crítica realizada a partir del estudio de la obra del pensador francés Michel Foucault. Su elección como autor clave del estudio en ciernes radica en el interés por adoptar la perspectiva postestructuralista y postmodernista de su filosofía y abrirse a la posibilidad de observar a través de un prisma epistemológico, es decir, a partir del horizonte del “poder-saber”, a la vez que realizar una lectura filosófica de la realidad latinoamericana contemporánea más acusada y compleja. Busca el texto al corriente someter un problema que abarca varios órdenes de la realidad objetiva al sistema de veridicción y verificación del autor: “jugar a la verdad” contenida en el Discurso oficialista que encarna la figura de Nicolás Maduro, juego extensivo al encuentro con la realidad fáctica encarnada en la proliferación de gobiernos dictatoriales, no sólo en la Región, sino en el continente, todos bajo el signo ominoso del absolutismo y el Terrorismo de Estado. El discurso opositor entra a ser analizado según la misma dinámica veritativa para ver en las grietas de sus premisas aquellas contradicciones que en su “deseo de poder” lo minan. No se trata de hacer contrapeso a los argumentos del oficialismo a favor del discurso de oposición, no está en discusión la legitimidad de éstos tanto como la ilegitimidad de aquel, se trata aquí de entender la trabazón de hechos implicados en “el rescate de la Democracia en Venezuela” iluminados por el pensamiento de Michel Foucault, ya que ambas vertientes, la “oficialista” (usurpadores del gobierno, por lo tanto, ilegítimo) y su contraparte, la “oposición” (gobierno electo, por lo tanto, legítimo), baten la bandera democrática, ambas facies promulgan las “Leyes Constitucionales” bajo una agenda ideológica progresista, luego, al dilucidar los aspectos críticos, las fallas y las grietas en los discursos políticos en Venezuela se pretende elaborar una respuesta a la tesis de la escalada del absolutismo según un método genealógico de investigación eurocentrista que arroje conclusiones transversales, que, de una u otra forma, toquen todos los “puntos determinantes” y las “relaciones pertinentes” entre aspectos concomitantes, verídicos e inimpugnables.

 

Introducción

El objetivo de este tercer apartado ensayístico acerca de la dictadura en Venezuela es abstraer de la obra y el pensamiento de Michel Foucault (Poitiers, 1926-París, 1984) las ideas y argumentos acerca del poder estatal y del gobierno del Estado, la tecno-política del encierro, entender la docilidad de los individuos y el poder discursivo que los inhibe de buscar la libertad, la autonomía democrática y la excelencia republicana. Tiene como objeto hacer uso de la “caja de herramientas” epistemológica dispuesta por el pensador francés para que el investigador trabaje un problema histórico específico, anclado a una acción política subsecuente, haciendo uso del “sistema de verdad/falsedad” expuesto a lo largo de su obra. En vista de la formulación de una crítica teórica a la erección de regímenes totalitaristas a lo largo del continente, este estudio busca establecer un marco de interpretación genealógica a la reflexión investigativa de la dictadura en Venezuela bebiendo de una fuente eurocéntrica, del pensamiento de Foucault, lo cual implica u obedece al ejercicio de extraviarse en un tractatus laberíntico, denso y disperso, pues, aunque su línea de pensamiento es continuista, sistémica y estructuralista, sus reflexiones presentan delicados matices lingüísticos, además de la contingencia a la que se enfrenta toda traducción, empero, nuestra base argumentativa ve en el eurocentrismo un punto de aproximación que disminuye el margen de error para un enfoque fidedigno del problema a tratar en el hallazgo de nuevas verdades. Adentrarse en la filosofía de Foucault es “jugar a la verdad”, luego, se trata de una dialéctica que desenmascara las apariencias, pues, más que retrotraerse a problemáticas y contingencias históricas, lo que hace útil este “juego” es la capacidad de ver las contradicciones en las “eventualidades”, es decir, no se busca interpelar la Historia Contemporánea, sino comprender la realidad según un orden y un margen de aproximación cada vez más estrecho, cerrando filas a las lecturas fáciles de la realidad objetiva. Así, a la pregunta tradicional de la filosofía política ¿cómo puede el discurso de la verdad, o la filosofía entendida como el discurso por excelencia de verdad, fijar los límites del derecho del biopoder? Foucault responde que,

de hecho, [el] problema es establecer qué reglas de derecho hacen funcionar las relaciones de poder para producir discursos de verdad, qué tipo de poder es susceptible de producir discursos de verdad que están en una sociedad como la nuestra, dotados de efectos tan poderosos (Foucault, “Poder, Derecho, Verdad, en Poder Vs. Democracia).

 

Objetivo Específico

Mi objetivo es entender la filosofía de Foucault y apelar a su método estructural de pensamiento respecto a la situación actual de desgobierno y despotismo tiránico en Venezuela, estudiar la eventualidad cristalizada en la usurpación de las actas de escrutinio, esto con la complacencia de la Comisión Nacional Electoral (CNE), y analizar los hechos concomitantes así como el impacto provocado en la consolidación del autogolpe de Estado, quedando como sustraendo de esta operación el surgimiento y la consolidación del fenómeno dictatorial en la Región. El proyecto teórico-crítico radica en aplicar su método investigativo en un intento por alcanzar la lucidez necesaria, cuanto no suficiente, para evitar la manipulación mediática, para evadirse de toda “post-verdad” en este momento crítico de la historia latinoamericana, siendo testigos de la descomposición y la destrucción ominosa de la malla social, no sólo de Venezuela, sino de aquellos países viciados por la corrupción y el nepotismo de Estado en la Región. Se plantea la tesis según la cual el Estado se encuentra maniobrado por gobiernos transgresores de los Derechos Humanos (RRHH) y las leyes universales, tesis en la que se analizan los puntos de convergencia entre la Teoría del Biopoder en el pensamiento de Michel Foucault y el Discurso oficialista de la dictadura, así como de la contraparte opositora en cabeza del presidente electo de Venezuela, y otros agentes del discurso que integran la complejidad geopolítica alrededor de la crisis democrática.  La contribución del presente ensayo radica, junto con Foucault, en evitar el solipsismo aberrante de la crítica alegórica de la historia para urdir en la red de fracturas y fallas en las estratificaciones de las fuentes a consultar, traza una línea de investigación según una “arqueología del saber” con la cual, nos dice el pensador, seremos capaces de construir un discurso de valor historiográfico.

 

Tratamiento

Con Foucault se ha de empezar dando un paso de fe, perdiéndose en su laberíntica, a la espera de que, entre extravíos, esto es, entre los fragmentos dispersos de su filosofía analítica del poder, avanzar hacia la elaboración de una historiografía que se aparte, por un lado, del modo de pensamiento Racionalista que calcula, mide, que es ratio, como apartados del modo Empirista de conocimiento que margina la “verdad”[1] en las empalizadas de lo evidente y sensorial, avanzando en un punto medio cercano al Idealismo kantiano.

En mí esfuerzo por analizar la racionalidad propia del encarcelamiento penal, o de la psiquiatrización de la locura o de la organización del ámbito de la sexualidad, insisto respecto al hecho de que, en su funcionamiento real, las instituciones no se limitan a desarrollar este esquema racional en el estado puro”, lo cual no implica un análisis en términos de tipo ideal (…). Estos sólo son unos sueños, unas utopías, una especie de producción imaginaria que no estamos autorizados a sustituir por la realidad. El panóptico de Bentham no es una buena descripción de la “vida real” de las prisiones en el siglo XIX. (El Polvo y la Nube, pág. 68-69). 

En mi búsqueda quizá encuentre “el espejo en el centro del laberinto” al que Foucault se refiere y que se refleje en él la verdad fehaciente, al menos como un tanteo, en Heidegger, o como sanación (“viendo la herida, se adivina la cura”) en Nietzsche; pero, para ello, es preciso saber extraviarse y no precipitar el paso al introducirse en el “orden del discurso”, es decir, el filósofo no debe avanzar sin antes, en un atisbo de certeza, en una catarsis dionisíaca, trazar una dirección, unos puntos de referencia en el horizonte filosófico del “saber-poder” de Michel Foucault e incardinar mi discurso al suyo. El presente artículo se concentra en el poder reflejado en el “acto del habla” de los actores del conflicto y en el “diseño” de una institución carcelaria, El Helicoide de la Piedra Tarpeya, como puntos específicos a confrontar con estas herramientas de investigación cualitativa.

Como medio de lograr una aproximación rápida y pragmática al problema objeto de estudio, he recurrido a la Inteligencia Artificial (he aquí un oxímoron de la Ciencia). Su inclusión en el presente ensayo cumple una función taxativa y sintética ocupa un lugar importante en las nuevas formas de gnosis, por tanto, dispuse de ella para responder por los puntos de aproximación y alejamiento del chavismo como movimiento cultural y la filosofía de Antonio Gramsci, abriendo una línea de investigación clara y oportuna para un análisis de la dictadura a la luz de sus ideas acerca de la “hegemonía” de los pueblos y el concepto de “bloque histórico”.

 

Aplicación del método genealógico foucaultiano de investigación

Primero, según, Zaffaroni, se ha de “estar en la verdad” acerca de un “problema” histórico para un análisis sucinto de las contingencias históricas de la civilización occidental, en consecuencia, Foucault advierte un enfoque diferente al estudio de un “período” histórico, el cual “debe seguir otras reglas” específicas. En esta línea de ideas, lo que busca realizar según su canon historiográfico es la genealogía de un problema a partir de un método que permita hilar la trama de los hechos sin enredarse en movimientos intelectuales fundados en el sesgo de la verdad oficial propugnada por los bandos vencedores. Según el tratamiento de la historia como contingencia se tienen los siguientes pasos (El Polvo y la Nube, pág. 42):

 

Elección de material en función de los datos del problema:  La elección del material se realiza por un proceso de “exclusión” discursiva dentro de un marco de producción o construcción institucional. En su obra El Orden del Discurso (1973), Foucault interpreta los mecanismos que controlan y procesan el discurso según un tamiz ideológico determinado por la institucionalidad regente. En síntesis, el discurso verdadero estará adscrito a las ideas preconcebidas sobre el poder-saber, esto es, la mutua interdependencia entre el poder de los dispositivos, órganos, aparatos del Estado y el acervo del conocimiento occidental, toda vez que,

en toda la sociedad la producción del discurso está a la vez controlada, seleccionada y distribuida por un cierto número de procedimientos que tienen por función conjurar los poderes y peligros, dominar el acontecimiento aleatorio y esquivar su pesada materialidad (Foucault, 1973, pág. 11).

 

Dicho material electoral constituye, pues, para el caso del golpe de Estado de las elecciones presidenciales en Venezuela por parte del partido de gobierno de Nicolás Maduro, dicha materialidad en forma de actas de escrutinio, las cuales, a criterio personal y en su conjunto, considero, es un documento que ha sido usado como agente distractor, carnada o cebo, pues su hurto fue, es y será la cortina de humo que el régimen dictatorial ha dejado al pueblo soberano y a las cortes internacionales, al tiempo que concentra la atención en la consolidación de su “partido”, el Partido Socialista Unido por Venezuela (PSUV), sirviéndose para el adoctrinamiento ideológico, de discursos, entendidos por Foucault como

 

(…) sistemas de conocimiento de las ciencias humanas (…) que informan las “tecnologías” sociales y gubernamentales que constituyen el poder en la sociedad moderna. Se realizan parcialmente en los modos de usar el lenguaje, y parcialmente de otras maneras (diseño de escuelas o prisiones). (Fairclough y Wodak, pág. 371).

 

Material recogido del discurso oficialista: consistente en la consigna ideológica anti-imperialista y contra-hegemónico de Nicolás Maduro, autoproclamado presidente constitucional de la República Bolivariana de Venezuela el pasado 10 de enero, día de su juramentación.

 

Material procedente del discurso de la oposición: alocución de Edmundo González Urrutia desde República Dominicana en la que insta a la Fuerzas Armadas a desacatar cualquier orden del régimen y garantizar las condiciones para su posesión del cargo como legítimo ganador de las elecciones del pasado 28 de julio.

 

Focalización del análisis sobre los elementos susceptibles de resolverlo: partiendo de la consideración según la cual el discurso como acto literario o textual se distingue del discurso como “acto del habla” [2]. […]

 

Establecimiento de las relaciones que permiten esta solución: […]

 

Para con esto, realizar un desglose según los puntos determinantes y una extensión según unas relaciones pertinentes. […]

 

Los anteriores pasos para la solución de un problema histórico resultan parciales o no son exhaustivos para Foucault a causa de su redundancia, puesto que, dice, giran en un único punto heliocéntrico, sin un lugar externo (punto de Arquímedes, bastón de Descartes) desde el cual observar los “puntos determinantes” y las “relaciones pertinentes” que amalgaman dicho problema. El método propuesto por el pensador es, luego, “arqueológico-genealógico”, una “hermenéutica” ajustada, no a “decir la verdad”, sino a “estar en la verdad”, es decir, en determinar los aspectos según la pertinencia de los conceptos, los términos y teorías vigentes, y no ir más allá del contexto o estructura discursiva estrictamente necesaria. Método éste, pues, mediante el cual se pretende urdir en el problema socio-político en Venezuela y extraer una conclusión alejada de los anacronismos en los que los se suele caer al comparar, por ejemplo, las condiciones históricas presentes y la actual emergencia democrática en Venezuela y la Región con los fenómenos geopolíticos del pasado, como el fenómeno fascista en la Europa del siglo XX, o por ejemplo, hablar en el marco de un “posconflicto” en Colombia cuando la guerra interna continúa viva cobrando incontables víctimas. En síntesis, ser “verídicos”, según el imperativo nietzscheano de quien filosofa “a martillazos”. Luego, somos nosotros, “los verídicos”, a quienes corresponde continuar la “cacería de ratas”, eufemismo que denota a los psicólogos de la práctica apologista de la democracia basada en la “igualdad” de raigambre judeocristiana, germen malevolente que desprecia la fuerza, la excelencia y la libertad de los individuos y sume a la colectividad en el proceso de homogeneización castradora y obliterante de aquello que nos hace humanos, arrastrándonos a la pauperización de las sociedades, en esencia, a la eliminación de las clase medias y el aumento de la brecha material, epistemológica y ontológica entre el Norte y el Sur globales.

 

Estudio del problema como genealogía según una arqueología del saber

Respecto a las prácticas políticas codificadas como normatividad jurídica, como una manera, según Foucault, no de fijar los “límites del derecho del biopoder”, sino de, “establecer las reglas de derecho que hacen funcionar las relaciones de poder para producir discursos de verdad” aplicadas al discurso oficialista en voz del nuevo dictador, Nicolás Maduro, le corresponde el análisis de las proposiciones al interior de su discurso y preguntar, con Foucault, si éste es lícito, si no transgrede el orden del discurso y si debe ser considerado como “simbólico”, “teatro en el que [el loco] juega el papel de la verdad enmascarada”, el rol de una “razón más razonable”, que, por lo tanto, son palabras que “no deben ser recogidas”. Seguido de esto, el tabú del objeto, es decir, el discurso como herramienta doctrinaria y el dogmatismo accesible sólo a los prebendarios del poder diseminado en y a través del gobierno venezolano y las instituciones del Estado. Segundo, encontrar en la transmisión que Maduro controla todos los aspectos a los que Foucault se refiere como el ritual de circunstancia: el autor controla, como veremos, con quién, dónde y cuándo realizar su intervención en los medios masivos de comunicación, la duración y, por supuesto, los tópicos y materias de su interés. Tercero, es el privilegio y el derecho que Maduro se otorga desde su lugar como jefe del partido de gobierno y presidente de la República Bolivariana de Venezuela un lugar por encima del cual sólo queda, agotadas las vías burocráticas y protocolarias, la voluntad de rebelión del Pueblo soberano en su búsqueda de emancipación del régimen dictatorial, una contrarrevolución que conduzcan a la construcción de una Historia escrita por los vencedores. Tal alocución se encuentra al final del texto, de ella, extraigo las proposiciones que ratifican la voluntad de verdad del “autor”, el señor Maduro Moros, y con ello determinar si entra dentro del orden del discurso para constituirse como documento histórico y que, como tal, puede ser objeto de estudio de la disciplina política en el marco de las sucesivas reformas hechas a la Constitución, en arreglo a la agenda programática internacional que tiene a las reservas de energía petrolífera y la expoliación del territorio como comodines.

 

Formación Discursiva: procesos de exclusión y los mecanismos de separación y rechazo

El orden del discurso en Foucault intenta dominar el “acontecimiento aleatorio y disociar su materialidad” superando tres prohibiciones o principios de exclusión del discurso. El primero estipula que, “no se tiene derecho de hablar de cualquier cosa” y “no se puede decir todo en cualquier circunstancia”, lo que Foucault denomina tabú del objeto. En segundo lugar, el principio de separación en referencia al ritual de circunstancia y, en tercer lugar, el “derecho y privilegio exclusivo del sujeto que habla” y su hermenéutica, este es el autor. Estas prohibiciones construyen un sesgo alrededor de dichas tecnologías sociales y gubernamentales del poder que contienen y reproducen la ideología dominante, las cuales son dinámicas, es decir, “no cesan de modificarse, pues se entrelazan, se refuerzan o compensan” en virtud, no de una “transparencia” o de una “neutralidad” y, por lo tanto, alejándose de su función pacificadora, sino que, en sus palabras, el discurso parece más aquel lugar donde se ejerce, de manera privilegiada algunos de sus más temibles poderes. No es el discurso entonces el resultado del juego dialéctico del poder-saber, sino que el discurso, como enunciado, plantea dicho juego dialéctico, construyendo nuevos discursos que nutren una “disciplina” plenipotenciaria de sus exégesis, pronta a revelar “su vinculación con el deseo y con el poder” (El Orden del Discurso, pág. 12) de sostenerse a perpetuidad.

 

De lo anterior, debo cuanto menos someter el discurso que el lector tiene delante de sí a este sistema de verificación de verdad con el fin de determinar si las proposiciones aquí planteadas atraviesan el tamiz de los principios de exclusión, separación y rechazo de Michel Foucault; debo para esto hincarme en los talones y verificar si, como autor, soy digno del derecho y el privilegio de decir “algo” acerca de una circunstancia específica. En mi defensa y, antes que nada, el filósofo debe demostrar que no está loco: así lo hizo Descartes al elaborar su Primera Filosofía, se “curó en salud” ante la tentativa de una arremetida contra su buen juicio advirtiendo al lector sobre el peligro que implica realizar el ejercicio de excogitación [3]. Yo mismo debo observar y preguntar, ¿qué hago aquí, buscando en usted, atento lector, no un interlocutor, sino un amigo de mil andanzas a quien deseo descubrir mis más densos pensamientos? Ahora bien, encuentro a Foucault como el mejor crítico y preservador del pensamiento del filósofo alemán Federico Nietzsche (1844-1900), tan caro a aquellos quienes nos esforzamos por elevarnos hacia las alturas del pensamiento profundizando nuestras raíces, fracturando la roca, el duro monolito del discurso, para “llegar a ser lo que realmente soy”, un filósofo, alguien, en cualquier caso, que aspira con todas sus fuerzas a la sabiduría (Sophía), que quiere llegar a ser, como dice en su Zaratustra “un puente hacia el Superhombre”. No pertenezco a la academia, a pesar de algunos semestres cursados en Facultades con diferentes doctrinas como telón de fondo de sus pensum, Opus Dei en la Universidad Sergio Arboleda, Masonería en la Universidad Libre, sin embargo, la gran mayor parte de mi formación ha sido como autodidacta, como voraz lector y estudioso de la Filosofía Política, de los tratados de Sociología, preocupado por la emergencia humana en el contexto de la sociedad a la que pertenezco. Sin darme golpes de pecho por esto, en Colombia el pensador Estanislao Zuleta es tan citado como cualquier filósofo, por causa de él no me sustraigo de escribir, aun sabiendo que mi escrito no pasará por el tamiz de exclusión discursiva, que no es un documento lícito para el especialista en estudios sociales. Más allá de esto, lo que resta es construir un documento de valor historiográfico que brinde un aporte desde mi subjetividad a la solución de, recordando a Sorokin, la crisis de nuestro tiempo; de tal manera que de su lectura se extraigan reflexiones discretas, pertinentes, verídicas.

  

Instituciones Cerradas: El Helicoide de la PIEDRA Tarpeya 

Caracas-Venezuela

Es preciso decir, a modo de símil, que, a propósito de las tecnologías políticas del cuerpo expuesto por Foucault, al interior de una institución cerrada como el sanatorio de alienados, el ciudadano pierde sus derechos como personalidad o sujeto jurídico; al convertirse en “paciente” de un hospicio de alienados se pierde el estatus civil para sujetarse, pues en ello radica su carácter y naturaleza de sujeto, incluso mediante el uso de la fuerza y la farmacopea, a un nuevo paradigma, la vida en el encierro.  El loco y su discurso han quedado insertados en el arquetipo clínico y sanitario del Estado, verbigracia, por tal se tiene al que, entre muchas otras expresiones de furor, hace un uso divergente de las cosas, como, por ejemplo, miccionar en los conductos de ventilación es algo común en los asilos de enfermos mentales. Se dice así mismo que tal gesto de cambiar el uso de las cosas es propio de una condición precaria de existencia, que es común, por ejemplo, en un hogar en penuria que los frascos de conservas sean usados como vasos.  El punto aquí es que, la infraestructura del Estado se planifica, sus edificios y toda su maquinaria punitiva están, de cuño, implicadas en su operatividad como órganos cuya función estatal, en negativo, radica en la contención o refrenamiento de las pulsiones ilícitas, agresivas y violentas de los hombres, por tanto, adequatio según la lógica de una política del cuerpo y su distribución en función y en virtud de su reconocimiento, inspección y alienación al interior del aparato de Estado.

 

Según lo dicho, ¿qué se puede deducir cuando una obra civil como, por ejemplo, un centro comercial, es modificado para ser usado como picota pública, cuando es convertida una edificación de arquitectura Internacional tras adecuaciones sucesivas en un centro penitenciario y carcelario?; ¿acaso no dice de tal Gobierno del Estado que, de facto, es anómalo, que se ha dejado llevar por la pulsión de una extravagancia o la exaltación del sopor que produce el exceso de poder?; ¿no es un Estado, en términos platónicos, “enfermo” o enajenado? (La República, II); empero, lo más preocupante no es el agravio a los estándares arquitectónicos y de paisajismo urbano, o la lectura equívoca de la filosofía utilitarista inglesa, del panóptico de Bentham, lo que aquí nos preocupa, sino aquello que sucede al interior de su vetusta fachada futurista, el trato cruel e inhumano a los cientos de “presos políticos” que han purgado penas injustas de “terrorismo” y “traición a la Patria” por participar en acciones de protesta contra el régimen castrochavista.

 

En conclusión, la macabra adaptación de un Mall en una prisión sólo puede ser obra de mentes bizarras: la estructura blanquecina sobresale en el paisaje de Caracas como un edificio, de lejos, ajeno al estilo característico del ornato público, un adefesio empotrado en una colina y rodeado por un muro que lo separa de los barrios subnormales cual membrana citoplasmática a la célula del medio ambiente extremo cuyos organelos reproducen las dinámicas totalitaristas de la dictadura.  Descuella este lugar, pues, por las atrocidades que en su interior se cometen contra el Pueblo soberano, por el problema de orden moral y de violación a los Derechos Humanos, la negación a la aplicación de las leyes que otorgan garantía al Debido Proceso judicial: confinamientos, torturas, éstas últimas regladas y graduadas, en fin, el suplicio, la desaparición y asesinato de militantes de la oposición, signo inexpugnable de Terrorismo de Estado y del absolutismo [4] que lo gesta.

 

Según Foucault, se comprende que el sistema carcelario y las instituciones anejas al control del Estado y la sociedad que dirige, aunque articuladas al poder central como Ministerio, tienen un poder, en esencia, autónomo. Por otra parte, los gobiernos de los Estados concentran su función en la administración pública, las operaciones en positivo, por así decirlo, siendo el operar en negativo del Estado su retaguardia, cobijo y salvaguarda de los peligros que acechan el equilibrio a través de su sistema judicial, penitenciario y carcelario.  Rige en estos lugares un esquema de coacción y de expiación (el principio de confesión en Foucault) connatural al pacto social, la sana costumbre del principio de no agresión y la regla de una pena proporcional a la norma transgredida de Beccaria. Siendo un sistema de normalización de masas, la función coercitiva e intervencionista es innata o connatural al Estado; su salud, en términos hobbesianos, depende de su “sistema inmunológico” contra patógenos subversivos. Para Foucault, el Estado posee una maquinaria punitiva la cual no es controlada por un “maquinista”, luego, quien ejerce el control no es la gendarmería, sino los espacios carcelarios, las superficies cerúleas, el juego de las miradas (panoptismo), la distribución en “cuadros” de los cuerpos de oficiales, buscando la docilidad de la voluntad según una moral de readaptación en el cuerpo de la sociedad. En sí, se prefijan los espacios para el aislamiento de los individuos según el tipo de dispositivo de administración de justicia adoptado por una sociedad determinada: casas de trabajo, picota pública, prisiones, presidios (prisiones a cielo abierto) o cárceles, en todos son dispuestos los medios para la purga del mal en las sociedades. Esto, mutatis mutandis, no está mal, en absoluto. Pero, ¿qué sucede cuando la infraestructura penitenciaria, por una u otra razón, en especial durante el “estado de excepción”, se desborda, de tal suerte que los lugares de confinamiento intramural se improvisan adaptando otros espacios urbanos y recurriendo a obras civiles y arquitectónicas que son extrañas a la función arquitectónica de una prisión?

 

Viene al caso el procedimiento contrario en el que, como sucedió en Colombia, una estructura penitenciaria es adaptada para otros usos, tal como pasó con el Panóptico de Cundinamarca, construido para albergar a presos políticos durante los crudos tiempos de la Violencia Bipartidista, edificio que fue luego adaptado para suplir las necesidades museológicas de la ciudad. Conviene preguntarse si acaso no se trata de la misma anomalía en la función coercitiva e intervencionista del Estado referida líneas arriba y, por lo tanto, si acaso no es lícito preguntar y confesar que se trata de un Estado “enfermo”, más exactamente, que se trata de una visión política y social errada, ominosa y nefanda; o si, en otra dirección, la ejecución del cierre de este centro penitenciario ubicado en el corazón de la capital colombiana no fue una laxa medida para que la impunidad cabalgara, como hasta hoy lo hace, sobre el solar del territorio. No en vano se ha planteado la tesis de un constitucionalismo aberrado, cierta concupiscencia entre el aparato de Estado con organizaciones criminales y delincuenciales, fenómeno desencadenante de una gran falla dialógica al interior y en toda la extensión de las ramas del poder (administrativo, legislativo y judicial) del Estado. Tesis en la que se le ha dado el infame rótulo de “Estado fallido” a las naciones del Sur Global, a los países del Tercer Mundo, los llamados países “en vías de desarrollo”, los cuáles adolecen la carencia de la unidad integrada por aquello que los juristas denotan como “república democrática” y el “Estado Constitucional de Derecho”. En sí, se alzan las voces para abolir el mal guarnecido en los Estados de países cuyos gobiernos, entendidos por Foucault como “externalidad” de los mismos, son liderados por políticos suscritos a la ilegalidad propia del hampa, sabemos por esto que se trata de una ilusión, de un  “Estado aparente”, como lo describió Tobón Sanín, quien predica que “el Estado de Derecho en Colombia es fallido, es aparente, al igual que su supuesto sistema democrático, que es una caricatura de democracia” (Tobón, pág. 211), en otro lugar la llama “republiqueta” y, eufemísticamente, una suerte de “circo” o la puesta en escena de una “comedia”, todo, para decir, considero, cuánto le duele Colombia; país cuyos dirigentes políticos, al igual que en Venezuela, Nicaragua, Cuba o México, promueven la ilegalidad inoculada en los altos escaños del Estado. A mí entender, tanto al ciudadano de a pie como al filósofo, nos refieren una bipartición del Estado, el Estado llano y el Estado profundo; nos hacen creer que dicha “profundidad” es “oscura” e, incluso, “obscena”, en tanto en cuanto a la aplicación de las teorías del delito (Morón Campos), cooptadas como si, a causa de la presión “barométrica” a la que están sometidos los funcionarios, éstos no pueden sobrevivir sin respirar el mismo aire, sin cohabitar el ambiente pérfido de los cárteles y las organizaciones criminales.

 

El Legalismo Autocrático o la Tiranía del Régimen Madurista

Llegados a este punto nos adentramos en la Sociología del castigo foucaultiana, la cual aborda el problema de, citando su obra, cómo la teoría del delito constituye nuevos tipos de subjetividades que están fuera de los límites teóricos del Derecho Penal. Tal subjetividad al margen de las leyes es lo que hace del Estado “ese animal”, pues, argumenta el autor de Poitiers, (…) El Estado, en su facultad de castigar, se convierte en juez y parte, siendo su mayor preocupación la invención de otras agencias que emulen el ejercicio del poder (Foucault, 1973. Pág. 111), entendiendo por Teoría del Delito, en Zaffaroni, citado por Foucault en El Orden del Discurso, el universo dentro del cual se debe construir un sistema de construcción que da nacimiento a nuevos sujetos de conocimiento fuera de la esfera penal. Lo que está en juego, es el factum por el cual

 

El discurso de los juristas, lejos de ser un instrumento que reduce y contiene el poder punitivo para impulsar el progreso del Estado constitucional de Derecho, es un discurso de poder que legitima decisiones y domina el porvenir de determinado grupo (Morón Campos, pág. 78).

 

Si Nicolás Maduro leyese estas líneas perdidas en la red de redes no dudaría en tachar, no mi discurso, a este lo trataría de “propaganda anti-socialista” o de “pasquín extremista de Ultraderecha”, sino a mi persona, como “fascista de la Ultraderecha”, una falacia por un argumento ad hominem. Diría, así mismo, que, a causa de mi discurso, soy un adepto del “imperialismo yanqui” y de la hegemonía del neoliberalismo capitalista del Norte Global; en tal caso se trataría de una falacia por un argumento ad populum. Podríamos continuar buscando en otros lugares y extraer falacias según la lógica inferencial y proposicional del discurso político de Maduro, un ejercicio divertido, por cierto, y verificar que, para cada tipo de falacia, existe una proposición en su discurso de la cual se dice que es “incorrecta”.  Toda aquella personalidad jurídica, en términos del Derecho, todo aquel elemento social, en términos de la Sociología, que contradiga u oponga resistencia al discurso oficialista es tajante y arbitrariamente determinado como “enemigo”. Inclusive, es sabido que, al interior de su partido, un dictador señala, silencia y anula a quienes se opusieron a su ascenso al poder, claro ejemplo lo encontramos en Stalin, quien eliminó a todos sus adversarios políticos y militares, el dictador anula a todo aquel “enemigo interno” oculto bajo la sombra de su partido y en coalición con sus detractores ideológicos, aquellos miembros del partido refractarios a una decisión o postura determinada desde la cúpula del poder militar. De tal suerte que el actual presidente de la nación bolivariana ha ido estrechando su círculo de confianza y se ha blindado contra los ataques de la “oposición” imponiendo su “verdad fáctica”, aquella que versa sobre el “Socialismo del siglo XXI”.

 

A continuación, presento al lector un fragmento de un discurso extraído de la acostumbrada alocución de año nuevo, donde recoge las experiencias y proyecta los planes a través de los años. Según se dijo, el sistema de exclusión del discurso, en Foucault, se tiene al autor, el señor Maduro, como detentador del derecho de hablar, privilegio que se otorga como “primer mandatario”; se tiene, pues, por un discurso histórico y sus palabras quedarán plasmadas en los anaqueles de la historia patria. En cuanto a “la separación entre lo verdadero y lo falso”, su voluntad de verdad es inveterada en la tradición gramsciana del “gran bloque histórico”. Es claro, recurriendo a Van Dijk, que un análisis crítico del discurso implica el desglose en toda su extensión de la alocución, que no es posible definir y explicar su sentido completo con corrección a partir del estudio de un fragmento, no obstante, para efectos de simplificación, me limitaré a “comentar”, es decir, en Foucault, en construir un discurso “de vuelta”, con todas sus deletéreas consecuencias.

 

La IA aplicada a la síntesis del problema

Me he permitido introducir la IA Meta, de Facebook, respecto a los puntos de contacto y de disensión entre la ideología chavista y la filosofía de Antonio Gramsci. Esto, en consideración a una lectura aterrizada al contexto de las nuevas tecnologías de la información (TIC), para dar cabida a la capacidad taxativa y la abstracción sintética de información de la máquina algorítmica en este punto de la investigación. En todo caso, el pensador y jurista italiano es uno de los óbices de la presente investigación sobre la dictadura en Venezuela, delego este privilegio a la Inteligencia Artificial dada su “pertinencia”, mientras realizo una revisión sucinta de su obra, la cual dará lugar a la próxima publicación, con la cual quedará concluida la presente investigación, al margen de los acontecimientos. 


Juan Quintero: En una alocución reciente, Nicolás Maduro hace mención de Gramsci como pensador que marca la tendencia ideológica del chavismo. Quiero comenzar esta conversación desentrañando los puntos de contacto y de separación entre el chavismo y la filosofía de Gramsci.

 

Meta IA: La mención de Gramsci por parte de Nicolás Maduro es interesante ya que su filosofía se centra en la importancia de la hegemonía cultural y la lucha por el poder en la sociedad civil. En este sentido, el chavismo [intenta] legitimar su proyecto político a través de la apropiación de ideas gramscianas. Sin embargo, es importante destacar que la filosofía de Gramsci es más compleja y matizada que una simple apología del poder: Gramsci se centró en la importancia de la lucha de clases y la necesidad de una revolución que transforme radicalmente la sociedad. En este sentido, es dudoso que el chavismo, con su enfoque en la consolidación del poder y la represión de la oposición, sea una verdadera expresión de la filosofía gramsciana.  

 

Algunos de los puntos de contacto entre el chavismo y la filosofía de Gramsci podrían ser:

 

- La importancia de la hegemonía cultural: Gramsci se centró en la importancia de la cultura y la ideología en la lucha por el poder. El chavismo también ha intentado consolidar su poder a través de la creación de una hegemonía cultural.

 

 - La lucha por el poder en la sociedad civil: Gramsci se centró en [esto], más que en la simple toma del poder estatal. El chavismo también ha intentado consolidar su poder a través de la creación de una red de organizaciones y movimientos sociales leales al régimen.

 

Sin embargo, también hay puntos de separación importantes entre el chavismo y la filosofía de Gramsci, como:

 

- La represión de la oposición: Gramsci se centró en la importancia de la lucha de clases y la necesidad de una revolución que transformara radicalmente la sociedad. El chavismo, por otro lado, ha sido criticado por su represión de la oposición y la limitación de las libertades civiles.

 

- La consolidación del poder: Gramsci se centró en la importancia de la lucha por el poder en la sociedad civil, más que en la simple toma del poder estatal. El chavismo, por otro lado, ha sido criticado por su enfoque en la consolidación del poder y la creación de una dictadura personalista [5].

 

Quintero: Ahora bien, Maduro, perpetuado en el poder, deja claro el panorama geopolítico en tanto, junto con Nicaragua y Cuba, se consolida la presencia de las dictaduras en la región, aflorando la posibilidad de que Gobiernos volubles a nivel político como Colombia y Ecuador imiten las acciones del régimen chavista y sus líderes busquen perpetuarse en el poder.

 

Meta IA: Es importante destacar [además] que la región ya enfrenta desafíos significativos, como la violencia y la delincuencia, que se han incrementado en las últimas décadas ¹. La presencia de regímenes autoritarios podría exacerbar estos problemas y limitar la capacidad de los países para abordarlos de manera efectiva. Además, la influencia de estos regímenes podría también afectar la democracia y los derechos humanos en la región. La Corte Penal Internacional ya ha iniciado exámenes preliminares en algunos países de la región, como Colombia, lo que podría ser un paso importante para abordar las violaciones de derechos humanos². En resumen, la perpetuación de Maduro en el poder y la presencia de regímenes autoritarios en la región es un tema preocupante que podría tener implicaciones significativas para la democracia, los derechos humanos y la estabilidad en la región.

 

Quintero: El trasfondo del problema, considero, no es tanto la radicalización de las democracias, sean éstas de corte liberal o socialista, sino la conformación de una red de corrupción interestatal que administra las ganancias que produce el narcotráfico. Aquí el gobierno de México entra a jugar un papel preponderante, pues, con “radicalización de la democracia” identifico más, por ejemplo, al gobierno de Nayib Bukele, claro opositor de Maduro.

 

Meta IA: Es importante [agregar] que el gobierno de México ha estado trabajando para combatir la corrupción y el narcotráfico, como se puede ver en la denuncia presentada ante la Fiscalía General de la República (FGR) por casos de corrupción en el Infonavit ¹. Sin embargo, todavía hay mucho trabajo por hacer para erradicar la corrupción y el narcotráfico en la región.

 

QuinteroQuisiera profundizar en los puntos de separación entre el chavismo y la filosofía de Gramsci.

 

Meta AI: En efecto, Nicolás Maduro ha mencionado al filósofo italiano Antonio Gramsci en algunas de sus alocuciones, específicamente en relación con el concepto de "bloque histórico". Esto ha generado un debate en la izquierda venezolana y latinoamericana sobre la interpretación y aplicación de las ideas de Gramsci en el contexto político actual. Maduro ha utilizado el concepto de "bloque histórico" para describir la alianza entre diferentes sectores sociales y políticos en Venezuela, con el objetivo de consolidar el poder y enfrentar los desafíos políticos y económicos del país. Sin embargo, algunos críticos argumentan que esta interpretación es una distorsión de las ideas originales de Gramsci, quien enfatizaba la importancia de la lucha de clases y la construcción de una hegemonía cultural y política a través de la educación y la organización popular. En este sentido, es interesante analizar cómo Maduro utiliza las ideas de Gramsci para justificar su propia estrategia política, y cómo esto se relaciona con la teoría crítica y la escalada de las dictaduras en América Latina. ¿Qué piensas sobre esta interpretación de las ideas de Gramsci por parte de Maduro?

 

 

Quintero: Estoy investigando, precisamente, para elaborar un "comentario de vuelta” al discurso de Maduro Moros (Foucault, El Orden del Discurso). Te comparto el fragmento a analizar:

 

(…) Nosotros conocemos todas esas formas de actuar del imperio estadounidense y sus aliados. Ellos creyeron que el 2024 era el año definitivo, y aplicaron la diplomacia del engaño, a partir de negociaciones que desarrollamos con el gobierno saliente Joe Biden, que ellos incumplieron plenamente. Lo que se llamó las conversaciones de Barbados [y Qatar]. Y la firma de los documentos. Ahí están los documentos, que ellos incumplieron de manera vulgar, descarada. Y por debajo, favorecieron, financiaron, apoyaron y promovieron el resurgimiento de un brote de extrema derecha fascista que controlara a buena parte de la oposición venezolana y que volvieran a rumbarla hacia una gran conspiración. El “caballo de Troya” que necesitan para destruir a los países. Y ellos creían, una vez más, como lo creyeron en el golpe de estado de 2002, subestimándonos, subestimando al pueblo de Venezuela. Creyeron que tenían el plan perfecto, pero un pequeño detalle… no contaron con el inmenso poder que tiene el bloque histórico de la revolución bolivariana. No contaron que en Venezuela hay un bloque histórico poderoso. Y que tiene una fusión perfecta entre el poder popular, el poder militar y el poder policial. Es lo que llamamos la unión y la fusión cívico-militar-policial. Porque yo la he venido llamando la fusión popular-militar-policial del gran bloque histórico. Tomando el concepto de Gramsci, desarrollado por Chávez, de la revolución bolivariana. Así que, este año nosotros hemos desmadrado el plan imperialista para tratar de destruir a la revolución bolivariana. Y ellos mantienen su empeño obcecado, obsesionado, de desestabilizar a Venezuela. Y entonces tratan de convertir, así como convirtieron las elecciones presidenciales el 28 de julio en una elección mundial y ahora con las redes sociales más todavía, la manipulación de las redes sociales”. (Maduro Moros, 01 de enero de 2025).

 

Meta IA: El discurso de Maduro que compartes es particularmente interesante, ya que refleja su visión sobre la situación política actual en Venezuela y su estrategia para enfrentar los desafíos que plantea el "imperio estadounidense" y sus aliados. Algunos puntos clave que se pueden destacar son:

 

- La crítica a la "diplomacia del engaño" utilizada por el gobierno de EE. UU. en las negociaciones con Venezuela.

- La denuncia de la promoción de la "extrema derecha fascista" en la oposición venezolana.

 

- La afirmación de que el "bloque histórico de la revolución bolivariana" es una fuerza poderosa que ha logrado desbaratar los planes imperialistas. Es interesante notar cómo Maduro utiliza el concepto de "bloque histórico" de Antonio Gramsci, desarrollado por Hugo Chávez, para describir la alianza entre diferentes sectores sociales y políticos en Venezuela, [puesto que], según Gramsci, el bloque histórico se refiere a la construcción de una nueva hegemonía cultural y política a través de la alianza de diferentes clases y sectores sociales. En el contexto venezolano, el bloque histórico se ha interpretado como una alianza multiclasista y multigremial que busca consolidar el poder y enfrentar los desafíos políticos y económicos del país. [Más aún], algunos críticos argumentan que esta interpretación es una distorsión de las ideas originales de Gramsci, quien enfatizaba la importancia de la lucha de clases y la construcción de una hegemonía cultural y política a través de la educación y la organización popular. En cuanto a tu comentario sobre el discurso de Maduro, podrías analizar cómo utiliza el concepto de bloque histórico para justificar su propia estrategia política y cómo esto se relaciona con la teoría crítica y la escalada de las dictaduras en América Latina. También podrías explorar cómo el discurso de Maduro refleja las tensiones y contradicciones dentro del chavismo y cómo esto impacta en la construcción de una hegemonía cultural y política en Venezuela.

 

Quintero: Vamos a continuar con el análisis del discurso de la "oposición". A continuación, un fragmento extraído del “Mensaje de Edmundo González a la Fuerza Armada Nacional Bolivariana”:

 

Hoy, 10 de enero, en Caracas, Maduro ha violentado la Constitución y la voluntad soberana de los venezolanos expresada el 28 de julio; consuma un golpe de estado, se [autoproclama] dictador, no lo acompaña el Pueblo, no lo acompaña ningún gobierno que se respete como democrático, sólo los dictadores de Cuba, Congo y Nicaragua. Sigo trabajando en las condiciones para mi ingreso a Venezuela y asumir como manda la Constitución y me lo ha ordenado el Pueblo. La presidencia de la República y la comandancia en jefe de la Fuerza Armada Nacional. Yo represento la voluntad de casi 8 millones de venezolanos (...) y tengo como obligación defender ese compromiso. Como comandante en jefe, ordeno al alto mando militar desconocer órdenes ilegales que le sean dadas por quienes confiscan el poder y preparen mis condiciones de seguridad para asumir el cargo de presidente de la República que me confió la soberanía popular. Los soldados de nuestra Fuerza Armada Nacional son parte del mismo pueblo y al que le deben obediencia a través de mí, pues hoy soy presidente electo de la República Bolivariana de Venezuela y gracias a una mayoría de votos expresados en las urnas. Y a los cuerpos militares y policiales les ordeno el cese de la represión. (Edmundo González Urrutia)

 

Meta AI:  La alocución de Edmundo González Urrutia revela una estrategia política interesante. Al ordenar al alto mando militar que desconozca órdenes ilegales y preparar sus condiciones de seguridad para asumir el cargo de presidente, González Urrutia está, en efecto, asumiendo un rol de liderazgo y autoridad. Sin embargo, el hecho de que no haya tomado el poder de manera efectiva puede interpretarse de varias maneras. Una posible interpretación es que González Urrutia está esperando el momento oportuno para asumir el poder, quizás en función de la evolución de la situación política y social en Venezuela. Otra interpretación es que González Urrutia está enfrentando resistencia u oposición significativa, ya sea desde dentro del propio gobierno o desde sectores de la sociedad venezolana. En este sentido, su llamado a la Fuerza Armada Nacional y a los cuerpos militares y policiales puede ser visto como un intento de ganar apoyo y legitimidad para su causa. Es importante destacar que la situación política en Venezuela es compleja y dinámica, y es difícil predecir cómo se desarrollarán los eventos en el futuro. Sin embargo, es claro que González Urrutia está jugando un papel importante en la oposición al gobierno actual, y su estrategia política será objeto de atención y análisis en los próximos días y semanas.

 

Conclusión

Las palabras de Maduro no deben ser “recogidas” para hacer parte del acervo histórico de la nación venezolana, todo lo contrario,  su discurso debe replegarse a las hondonadas de lo espurio, así como mismo los discursos de Diosdado Cabello y Jorge Padrino, sus palabras son meras enunciaciones “simbólicas”, útiles sólamente para los prebendarios del poder económico adeptos al partido oficialista, el PSUV.

La intervención militar en Venezuela por parte de mercenarios, en específico, la tentativa de Dark-Water y su fundador Erick Prince de acabar con un gobierno atornillado al poder es, por ahora, sólo ficción; sin embargo, no se descarta su posible articulación con otros frentes beligerantes como, según versan medios independientes, las Autodefensas Unidas de Colombia AUC hoy conocidas como las Bacrim (bandas criminales), un ELN desvirtuado de su lucha emancipadora, el aparato militar del Salvador. Tanto así la intervención militar estadounidense, una intervención cuya posibilidad “se encuentra en aire”, como dijo Donald Trump en entrevista reciente. Queda el análisis a la diatriba de María Corina Machado según la cual “En Colombia no habrá paz hasta que en Venezuela exista la Democracia”. Porúltimo, queda trazado el rumbo a seguir, analizar el concepto de “bloque histórico”, la retórica usada para justificar su propia estrategia política y cómo esto se relaciona con la teoría crítica y la escalada de las dictaduras en América Latina y, en consecuencia, explorar cómo el discurso de Maduro refleja las tensiones y contradicciones dentro del chavismo y cómo esto impacta en la construcción de una hegemonía cultural y política en Venezuela.

 

Notas

[1]    Acerca del concepto de verdad, Foucault y el derecho que se otorga de rechazar el error y de oponerse a la apariencia, la manera en la que sucesivamente fue accesible a los sabios, retirada luego a un mundo fuera del alcance en el que jugó a la vez el papel de consuelo y de imperativo, rechazada finalmente como idea inútil, superflua, en todas partes rebatida, ¿no es todo eso una historia, la historia de un error llamado verdad? Extraído del texto de Elías Castro Blanco, en “Políticas y Dinámicas de Control Social y Exclusión en Colombia, vagos, lazarinos y locos en Colombia”, 1871-1930, en “Filosofía y Ética: deliberaciones sobre Política y Deliberación”, Universidad Libre. 

[2]    Actos de habla”: ofrecimientos, órdenes, admisiones, etc., [los cuales] pueden interpretarse como amenazas a uno de los participantes (“actos que amenazan la imagen”) serán mitigados o disimulados mediante diversos recursos lingüísticos, como eufemismos, justificaciones (“explicaciones”), apelaciones a intereses comunes, a la autoridad, entre otras. Aun cuando un fragmento de habla o texto sea aparentemente monológico, suele contar con una organización dialógica implícita que refleja los discursos de la oposición en la cultura política inmediata. (Chilton, P., Schäffner, G. p. 310).

[3]    Excogitación: Cogito ergo sum, “pienso, luego soy”, con esta expresión se entiende la acción y el efecto de separar el pensamiento de todas aquellas distracciones que atan el alma humana a la materialidad de los objetos mundanos y el efecto de aislar el intelecto de su base física para alcanzar la verdad metafísica acerca de la verdadera naturaleza de Dios, de la existencia, y, por último, su propia existencia.

[4]    Absolutismo: en Vigilar y Castigar, Foucault lo define como exceso del poder central en manos de jueces, intermediarios del rey, que produce el debilitamiento de la justicia “debido al mal funcionamiento del poder, a su concentración en cierto número de puntos, a los conflictos y discontinuidades resultantes. (…) Sobrepoder monárquico que identifica el derecho de castigar con el poder personal del soberano”. (Pg. 78).

 

Bibliografía

CHILTON, P., SCHÄFFNER, G. (1997). “Discurso y Política”, en “El Discurso como Interacción Social. Estudios del discurso: introducción multidisciplinaria”, Vol. II. Compilador: T. A. Van Dijk. Edit. Gedisa S.A. Barcelona.

FAIRCLOUGH, N., WODAK, R. “Análisis crítico del discurso”, en El Discurso como Interacción Social. Estudios del discurso: introducción multidisciplinaria, Vol. II. Compilador: T. A. Van Dijk. Edit. Gedisa S.A. Barcelona.

FOUCAULT, M.  (1982). “El Polvo y la Nube” en “La Insoportable Prisión. Edit. Cuadernos Anagrama. Barcelona.                 

FOUCAULT, M. (1973). “El Orden del Discurso”. Edit. Tusquets. Trad. González Troyano.

FOUCAULT, M. (1969). “La Arqueología del Saber”. Edit. Siglo xxi.

FOUCAULT, M. (1976). “Vigilar y Castigar: el nacimiento de la prisión”. Edit. Siglo xxi.

MORÓN CAMPOS, M. (2011). “La Ascensión del Castigo, Control y Rotulación de la Teoría del Delito”, en “Ponencia: Memorias del XI Congreso Nacional de Filosofía del Derecho y Filosofía Social: constitucionalismo, pobreza y globalización. Pág. 77.

TOBÓN SANÍN, G. (2011). “El Constitucionalismo Aparente en Colombia”, en “Ponencia: Memorias del XI Congreso Nacional de Filosofía del Derecho y Filosofía Social: constitucionalismo, pobreza y globalización. Pág. 211.

 

Cibergrafía

El mensaje de Edmundo González a la Fuerza Armada Nacional Bolivariana

Maduro entrevistado por Ignacio Ramonet, 1 de enero de 2025

La gramática del chavismo  Entre la pulsión socialista y el redentorismo popular   

El Helicoide de la Roca Tarpeya

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Gramsci, Chávez, Maduro y el bloque histórico

Juan Diego Quintero Sánchez

Tecnólogo en Realización de Audiovisuales y Multimedia de la Universidad Jorge Tadeo Lozano (2016), con amplia experiencia en la producción de música original y contenidos para proyectos personales, marcas y clientes finales. Emprendedor en Chrono-graphic, agencia de Medios, la cual pone al servicio de la comunidad los conocimientos y las destrezas adquiridas en estos campos. Al día, soy estudiante de Filosofía y Ciencias Humanas, con lo cual he añadido una nueva área enfocada en la investigación y la producción documental.

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