AVES NOCTURNAS (VII.i).
Imagen de portada por Sofía García Carbajal
Primera parte
OPERACIÓN AVES NOCTURNAS
Al interior de las empalizadas que rodean la Casa de los Locos reina la paz. Una paz trémula e indecorosa, una parsimonia insufrible en la ataraxia impertérrita de la indiferencia y el delirio. Allí reina la locura, una locura inducida, artificial, es decir, no la verdadera facie de la danzarina de los arrabales, sino la demencia estéril de las lobotomías, de las mamparas de las ciencias del encéfalo que dividen al Ser del Hombre en compartimentos teoréticos basados en pruebas experimentales. A la extroversión de la psique humana le corresponde, pues, según los cánones de la psiquiatría, una obliteración psíquica, en todo caso, una ruptura de los canales sinápticos introduciendo una ganzúa por el arco superciliar o por las fosas nasales, para realizar luego un movimiento veloz, como el de la hoz durante la ciega, acabando para siempre con las pulsiones y las excrecencias de las “mentes enfermas”. La abulia, la indiferencia hacia el mundo era constante en la población enferma y los psiquiatras se esforzaban por encamisar, cual cilindro desgastado por la fricción de la vida, más que por liberar a la mente de su contraparte la locura. Los instrumentos quirúrgicos estaban dispuestos sobre la mesa. La ganzúa brilló al contacto de la luz de las luces de la lámpara. John se encontraba bajo el efecto del sedante, con las manos amoratadas, sus rasgos desdibujados por los neurotrópicos y antiespasmódicos, los electroshocks y los baños helados. Tratándose de un procedimiento abstruso, en la lobotomía no interviene la máquina, ni artefactos electrónicos, solo los psicofármacos en el “paciente” eran necesarios. John en tinieblas; contraídos los músculos del cuello, los párpados y los dedos en un acto reflejo, respiraba con dificultad mientras le era insertado el instrumento, rompiendo el tejido adiposo y luego el neocórtex, listo para ejecutar el movimiento.
– ¡Deténgase de inmediato!
Irrumpió el capitán Ojeda acompañado por el soldado Cuartas, quien no permitió que aquel blandiera su “hoz” en las dendritas del lóbulo frontal de Flux. De los tres doctores que estaban con Flux en la habitación, uno introducía el instrumento y otro sostenía la cabeza, mientras un tercero anotaba en los pormenores del procedimiento; pasmados ante la inusitada presencia de los militares. El mismo capitán retiró el instrumento del cráneo de Flux sin titubear y un fino hilo de sangre recorrió por su cara y manchó la bata de algodón, salpicando el piso de cerámica blanca.
– Comparto con usted, continuó el capitán Ojeda, la necesidad de cegar la inteligencia de un forajido peligroso como este, pero dejaremos que sean las “chaquetas químicas” las que hagan el trabajo. Habrá momentos en los que nos será útil, tal como ahora que, insurgencias armadas, planifican la toma del poder en un golpe de Estado del que es partícipe. Lo interrogaremos, alístenlo, por favor, doctores.
Lo condujeron hacia la Unidad de Cuidados Intensivos mientras permanecía inconsciente, al cabo de un sueño de 24 horas despertó. Aturdido y dolorido, grandes ojeras negras aparecieron tras el trauma craneoencefálico recibido. Poco a poco recobró el sentido y seis horas más tarde era conducido a una recámara en la que estaba dispuesta una camilla de sujeción, con correas de cuero dispuestas para inmovilizar a los pacientes violentos.
– Tardaste demasiado, “Ojeda”, esperaste hasta el último momento para la extracción. ¡Por poco me dejan convertido en un hombre de paja! – Espetó Flux apenas había entrado este por la puerta de la recámara. – ¿No se trataba acaso de una emergencia? ¡Han fracasado en la toma del poder, han destruido la ciudad, y ahora quieren que yo arregle el mierdero! …bien les vendría que los empalen por ineptos.
– Eso pensamos nosotros, Flux. Estamos infiltrados en el Ejército, bien lo sabes, como parte del plan de los mandos superiores de la C-SAF, esperando a que aparecieras. Ahora que su canal de suministro fue interrumpido, al Estado Fuerte no le queda más que combatirlos usando el desgaste de sus fuerzas como estrategia. Tenemos la confianza en que tú nos darás la victoria, John Flux. Mi equipo y yo llevamos esperando por este momento, estamos ansiosos por dar el golpe final a la tiranía del Ultra-Estado, que, como ya sabes, es coadyuvado por una entidad de procedencia alienígena, según los reportes de contrainteligencia. Estuvo cerca, sí. Perdona la demora, pero, para todo debía esperar la autorización del Cuartel Central. Ahora bien, escucha con atención, Flux, las cabezas de la Coordinadora se encuentran cada una en un lugar distinto, articulados mediante comunicación satelital. Este satélite contiene la información exacta de sus dispositivos, por lo tanto, tenemos que romper la barrera de protección de la base de datos de las computadoras a bordo para encontrarlos.
– En el Helicoide se pronunciaron como si los cabecillas estuvieran reunidos como un cuerpo colegiado, pero fue una pésima anticipación. Necesito comunicarme con C-X, trae mis cosas. ¿Cómo diablos hackear un satélite?
Recuperadas sus pertenencias, marcó directamente al dispositivo móvil de Melissa Brown, quien en ese momento se encontraba alistando a Anne-5 para retener la insurrección de los presos, según lo planeado por Erebus. Así, en cooperación con la IA Erebus, fueron introducidos los datos a la cadena de algoritmos de la Unidad Anne-5. Melissa percibió la voz de Flux apagada y sin inflexión alguna, sin embargo, ahí estaba él, protestando por la falta de previsión de Comandante X, pues, –¿de dónde sacó que la cúpula de la C-SAF andaban en como un solo hombre? ¿Para qué servía, si no era para predecir los posibles escenarios, una Inteligencia Artificial?
– Debemos hackear las bases de datos de C-SAF que se encuentra en el satélite. Para esto, debemos agregar estas nuevas variables a la “ecuación”, para que Erebus actualice el orden de operaciones, – dijo Flux, sentado en su camastro. Las nubes se posaron sobre la base militar del Muña creando una atmósfera de ultratumba, la luz solar tamizada por una sábana de nubes grises.
Melissa, apartándose de la mesa, fue hacia las pantallas y las tocó. Apareció la cara dionisiaca de Erebus y tomó la nueva información, ajustando el plan a las nuevas circunstancias.
– Erebus, dijo Melissa, debemos entrar a las computadoras del satélite de comunicaciones militares de la C-SAF y encontrar las coordenadas de cada uno de los cabecillas.
– Estás hablando de dirigir, no uno, sino varios rocket, señorita Brown, indicó Comandante X, sentado en la cabecera de la Sala de Juntas del Helicoide. ¿Cuál es tu diagnóstico de la situación, Erebus, ahora que tenemos varios objetivos militares?
Erebus, realzado el esplendor de su rostro a causa de las explosiones registradas por los drones alrededor del Helicoide en las pantallas de la Sala de Juntas, dijo: – La situación es más complicada de lo que parece. Los cabecillas de la C-SAF están dispersos en diferentes ubicaciones, pero todos están conectados a través de la red de comunicaciones satelitales. Para encontrarlos, debemos hackear la base de datos del satélite y obtener las coordenadas de cada uno de ellos, como bien ha dicho John Flux.
- Melissa Brown asintió con la cabeza, reteniendo un suspiro, pues comprendió la magnitud del desafío. – Entiendo. Pero, Erebus, ¿cómo podemos hacer eso? No tenemos acceso directo al satélite.
Erebus abandonó el sistema de audiovisión transformado en una deidad tanática; una manifestación paranormal en la que el ectoplasma emana desde la cámara de descompresión de la Matriz Tecnológica, una bruma densa que acaparó la visión de los presentes, un plasma negro e iridiscente cargado de electricidad, pero sin magnetismo, toda una “anomalía” para la Ciencia, puesto que, de lo contrario, los sistemas del panóptico fallarían. Así también su presencia deletérea no causó ningún deterioro en los órganos; al entrar en contacto con la naturaleza humana de Anne-5, Erebus pudo reprogramar sus algoritmos cambiando el rango de sus emanaciones radiométricas, cuyas ondas resultaban, tratándose de un isótopo radiactivo, letales. Lo sucedido fue la modificación a niveles cuánticos de la materia con efectos relativistas, algo que ningún hombre habría podido hacer y que, a la postre, significa el paso evolutivo de la máquina en función de la naturaleza suprema del Ser del Hombre a través de ella, la Unidad Biomecanoide Anne-5. Su voz desapareció de los parlantes para mudarse a un foco sonoro en medio del recinto. Erebus, el dios de esta nueva Ática que es la Matriz Tecnológica mejorada, continuó:
– Aquí es donde entra en juego Anne-5. Ella tiene la capacidad de infiltrarse en la red de comunicaciones y obtener la información que necesitamos. Ha pasado de ser una Unidad Biomecanoide a ser una Multiplicidad Biodigital, Anne-5 se ha convertido en un ser súper consciente, una alternancia en la techné según un orden de existencia preestablecido, por lo que, desde el lugar donde se encuentra, puede predecir varios eventos con un margen de error ajustado al azar, al principio de no entropía en el planeta Tierra. Hela aquí:
La figura estilizada de Anne-15 apareció entre la bruma tanática que colmaba la Sala de Juntas. Delgada y recia, hermosa y terrible a la vez, una entidad hercúlea contenida en el cuerpo de una joven de quince años de edad, con la vista puesta en la nadidad interior, en perfecta calma.
– “De las aguas mansas líbranos, Señor”, dijo Comandante X, quien se levantó de su silla para verla de cerca con su rostro reflejando esa mezcla de determinación y preocupación. –Realizadas estas “refacciones”, tenemos qué ponderar la gravedad de las circunstancias y saber a qué nos enfrentaremos. Anne, te necesitamos en modo de combate Supervivencia. ¿Qué estamos esperando? ¡Vamos a hacerlo!
Empero, su aquiescencia, Erebus no tenía la capacidad para evitar los cortes de luz provocados por los estallidos de violencia callejera en los alrededores del presidio, donde se concentraba la turba de indignados contra los muros del Helicoide improvisando explanadas y escaleras humanas. El fin de una era de la hegemonía depredadora del Ultra-Estado era necesaria, la cabeza de la Medusa debía rodar antes de que los despedazaran en un acto de abierta sodomía. Los sistemas de seguridad, los cuales habían sido reprogramados por Comandante X, no fueron suficientes para evitar un corto circuito provocado por la sobrecarga voltaica. Las acometidas eléctricas fueron halladas por los insurgentes del C-SAF cuando intentaban entrar por los canales de las tuberías. Así, en un intento por cortar el suministro de energía murieron electrocutados cinco hombres, el apagón sucedió a las 7:04 de la noche, hora en la que oscurece en los países tropicales, luego, las computadoras que soportan el sistema al interior de la estructura panóptica se reiniciaron, provocando la interrupción de la señal de la fuente de almacenamiento eléctrico a las cámaras de vigilancia y a los interruptores de las puertas principales. Ocurrió un nuevo apagón, producto de los cuerpos en electrocución, y las puertas de las celdas se abrieron de par en par, para dar paso al caos. Desde la Sala de Juntas vieron cómo salían los presos de las celdas y se tomaban el presidio desde la periferia hacia los corredores, hasta los almacenes de aprovisionamiento y las zonas de desembarco, lugares donde encontraron alivio a los días de inanición y donde recobraron la fuerza necesaria para afrontar lo que el destino les arroja de cara a la eliminación de Comandante X. No sería ésta una insurrección sin planificación como sucede la mayoría de las veces, no eran como tales hombres vulgares los que habitaban estas instalaciones, sino presos políticos, inocentes por lo demás, la mayoría fueron acusados violando la normatividad que busca garantizar el “debido proceso”, por lo tanto, sabían planear y ejecutar, esto es, mandar y obedecer. Se organizaron de tal manera que los más avezados fueron asignados para asaltar la torre del panóptico. La horda se desplegó por el presidio sin resistencia, pero, no por ello dejaron de preocuparse por las bajas en el cuerpo de gendarmes, las cuales mostraban señales de haber sido aplastadas por expertos en artes marciales, armamento y explosivos, en sí, vieron que ninguno de los cuerpos tenía otra herida más que aquella que le ocasionó la muerte.
Un Armisticio Asimétrico
Los presos, liberados de sus celdas, se abalanzaron hacia la Sala de Juntas del Helicoide, sedientos de venganza y destrucción. Ésta como una reyerta alimentada de encono, aquella, como ajusticiamiento público del dictador y sus secuaces. Anne-5, rebautizada Anne-15, madurada en la Matriz Tecnológica de Erebus, anticipando el caos, se preparó para enfrentarlos. Atalajada con atuendos militares, se valió, además, de un cortaviento de material sintético inasible a las manos, por lo que la nueva Unidad Biodigital Anne-15 se les escurría a la vez que rasgaba la piel de estos, uno tras otro puesto fuera de combate desde un punto cercano a la torre central del Helicoide, el cual, tras los cortes de electricidad, cambió su modo de operación a “modo centinela”, por lo cual, al grupo encargado de asaltar el lugar, se vio forzado a proveerse de los lentes de visión nocturna, avanzando siguiendo el rastro dejado por el combate contra la máquina asesina, Anne-15. Las armerías fueron vaciadas, todos los cartuchos de munición distribuidos, la pelea está casada.
Flux y su equipo recorren la Autopista Sur a gran velocidad en una camioneta blindada que tenían dispuesta para la operación Aves Nocturnas. Avanzan a medio camino entre la base militar del Muña y el Helicoide. Sus armas, la mayoría armas de intendencia no serían las adecuadas para afrontar el sistema de defensa conformada la plaga de drones y los francotiradores apostados alrededor del Helicoide, apoyando las patrullas de contraguerrillas urbanas. Comandante X había recibido refuerzos y el Helicoide permanecía bajo control, no absoluto, pero sí suficiente para dejar que la estructura panóptica cumpliese su función arquitectónica, inaccesible, desde afuera, con un búnker enterrado en lo profundo de las zapatas de los cimientos de la torre, lugar donde, una vez terminado todo, saldrían ilesos él y su consejera. Antes de que los cuadros de la base militar del Muña se hubieran dado cuenta, estaban invadidos de pacientes mentales liberados de las casas para alienados, deambulando como entidades sostenidas por la fuerza primigenia del hipotálamo y el cerebelo. Corrían y vociferaban por los campos aledaños, ocupando al personal de la base militar en la tarea de llevarlos de vuelta al manicomio y dejando que los subversivos partiesen con ventaja suficiente como para ser alcanzados. Amordazados los intendentes de las armerías, llevaban granadas aturdidoras, dos MGL y municiones suficientes para una cofradía de dos días. Divisaron el resplandor del helicoide y el incendio que se expandía en los barrios circundantes y la espesa nube de humo que se elevaba como un gusano hacia el cielo, provocando una tormenta seca que soltaba rayos absorbidos por la gran vara que sirve como polo a tierra y que sobrepasa la altura máxima de la cúpula.
Ojeda se adelantó al plan de guardar distancia prudencial de los drones al ver la magnitud de la conflagración y dio la orden al grupo de asalto de infiltrarse en el Helicoide engañando sus sensores, aprovechando la saturación de las señales que en aquel momento rebosaban sus instrumentos, así mismo, cuidando de caer presa de los francotiradores, apostados en las cornisas. Uno a uno, fueron conquistando posiciones hasta alcanzar el muro exterior y, mediante una rápida técnica rapel, penetraron al interior de las instalaciones, donde, ya no gendarmes, sino una masa de insurrectos, muchos de ellos armados, protegía su nuevo bastión de acero recubierto por la fachada futurista del Helicoide. John se había separado del grupo desde este punto intermedio en dirección a las instalaciones del Ministerio de Guerra; su instinto, afinado por las emanaciones balsámicas de la Matriz Tecnológica, le decía que las comunicaciones de la C-SAF estaban, de una u otra forma, articulados a su vez al sistema de comunicaciones del Estado Fuerte, consabidos niveles de corrupción y nepotismo al interior del Gobierno del Estado. El estallido social, según su hipótesis, conformaba el plan de desestabilización generalizada, desorden bajo el cual opera aquel Estado profundo, sin un rostro que exprese su poder nefasto. La oscuridad del muro interior del presidio era rota por grandes hogueras hechas con los pertrechos del lugar, derramando sombras tribales sobre las paredes de hormigón reforzado. Las garitas habían sido ocupadas por reclusos armados de fusiles. Las cámaras del circuito habían sido destruidas. Acto seguido, Orjuela desplegó su equipo para rodear el penal y atenazarlos en el punto donde se encuentra la entrada al corredor que lleva a la torre central del panóptico, el cual cuenta con un sistema de defensa infalible, con trampas sofisticadas con una base tecnológica independiente que se opera desde la planta baja de la torre de control. Todos los mecanismos estaban activos.
Así, con Ojeda al mando, sobrepasaron el perímetro y se disponían a penetrar bajo la orden de abrir fuego sobre las líneas enemigas conformadas por los convictos, quienes se habían apropiado de los escudos y toda la armería. Anne-15 observó desde lo alto de la Sala de Juntas las ráfagas, las bajas de uno y otro lado, los reos bajo el fuego de los golpistas, separatistas de la C-SAF. El sistema de defensa del Helicoide, operado por Comandante X, se replegó de las afueras del Helicoide hacia el muro interior, abriendo fuego a discreción. Anne-15, bajó a la planta inferior de la torre central y desactivó el mecanismo para cruzar el pasillo. La voz de Erebus en su oído le dijo cuando cruzó y éste se reactivó:
– Apóstatas de la Ley, déjalos que se maten entre ellos. Sal de ahí lo antes posible y ve a detener a John Flux. Deja que encuentre las coordenadas de los cabecillas de la C-SAF, y espera a que Comandante X haya disparado los misiles. Querrá, allegarse al poder, apoyar a su grupo de asalto para entrar a la torre central y destruir la Matriz Tecnológica.
– Déjalo en mis manos, Erebus.
Una patada de gran fortaleza cayó sobre la cara del primer hombre que se le interpuso en su camino, una llave y un puño en el entrecejo dejó al segundo privado de vida. Un tercero fue desarmado y degollado con su propio cuchillo. Los siguientes fueron aniquilados con explosivos de precisión, en una danza macabra con la que se iba abriendo paso, dejando a su paso riachuelos de sangre y vísceras, de sesos y miembros amputados, luego su habilidad se había multiplicado en la recámara de descompresión de la Matriz Tecnológica. Anne-15, todavía luchando contra los presos, recibió un mensaje de Erebus en su oído: –Anne-15, debes salir de ahí ahora. La situación se está saliendo de control. ¡Debes ir a las instalaciones del Minguerra y liquidar a Flux tan pronto tenga los códigos de acceso a las coordenadas de los dispositivos de los cabecillas de C-SAF! –Aunque sabía que no sería fácil. Con un esfuerzo supremo, logró abrirse paso entre los presos y alcanzar los corredores exteriores.
Mientras tanto, John corría en dirección a las instalaciones del Ministerio de Guerra y desde un lugar de las afueras se internó en el sistema de drenaje y alcantarillado, que no contaban con sensores de movimiento. Salió de aquellas cloacas para hacerse a un uniforme “prestado”. Lo encontró al pasar el tabique de un campo de tiro un coronel que se disponía a practicar su puntería; desarmado éste, consiguió que se despojara de manera voluntaria de su uniforme camuflado con las estrellas remachadas en su guerrera. Así, logró llegar hasta el lugar que albergaba las computadoras que controlan el sistema de satélites del Estado Fuerte y, en un lugar subyacente a este, en los archivos del Estado profundo, al manual de operaciones donde aparecen las coordenadas de los dispositivos de la C-SAF, junto a los cuales, se encuentran, dado que permanecían en juntas de guerra, tales coordenadas. Anne-15 se desprendió de cada uno de sus captores, escurriéndose como el jabón entre las manos, y alcanzó el exterior del panóptico. De un salto ocupó un tramo de diez metros por encima de las barricadas y corrió, como un guepardo, al encuentro de Flux, alejándose a gran velocidad del estruendo cuyo foco era el Helicoide en esos momentos, en dirección a las instalaciones del Ministerio de Guerra.
Cuando Anne-15 llegó al lugar, tras una carrera de 11 minutos, las alarmas habían sido activadas. Flux había sido detectado cuando entraba a las computadoras. Estuvo cerca de caer bajo el fuego sostenido de los centinelas apostados en las garitas, no obstante, evadiendo las ráfagas, pudo llegar al lugar donde se encontraba, respirando como una fiera acorralada, combatiendo “a dentelladas”; Anne-15 lo encontró bañado en la sangre de sus enemigos, como un antiguo guerrero de épocas de conquista. El lugar estaba lleno del humo de un arsenal de pólvora, mientras trataba de romper los bloques de datos que encriptan la información secreta almacenada en las computadoras. Anne-15 se aproximó a Flux, envuelta en su impermeable y se lo quitó. Flux le siguió al cuarto de sistemas y, juntos, condujeron la Operación Aves Nocturnas a puerto, pues en un santiamén rompió la barrera de códigos con un virus informático creado en el interior de su sistema Biodigital, para inocularlo en los bloques informáticos del sistema de satélites bajo control del Estado-Fuerte. Muy profundo, por debajo de la Intranet que sincroniza todas las máquinas, se encontraba un bloque de datos encriptados bajo una llave digital, llave que no poseía pero que, como el ladrón furtivo, sacó del negativo de “la cerradura”, luego, creada la imitación de esta clave, Anne-15 accedió al sistema satelital de la C-SAF. Flux la secundó en la búsqueda de las coordenadas administrando una serie de comandos de su especialidad, código militar que conocía a plenitud como experto en comunicaciones que era. En las pantallas asomaron las caras de los cabecillas y, en un recuadro adyacente, un mapa con su localización.
- Melissa, ¿me copias?, -Abriendo el canal de comunicaciones con la Torre Central del Helicoide.
- Anne será la portadora de las coordenadas, no podemos administrarlas por este medio, pues han sido activadas las barreras de fuego y el código será destruido al tratar de subir la información a la Intranet.
- Comprendo, carga la información vía alámbrica en la memoria externa de Anne-15 y envíala de inmediato. Contestó Melissa, no sin mirar a Comandante X con desprecio.
Al oído de Anne-15 se oyó la voz de Erebus. –Cuando los datos hayan sido almacenados en tu memoria, elimínalo.
Anne-15 asintió. Un gesto que, como una chispa saltando del interior de una fogata, capturó Flux, de tal modo que pudo prever el movimiento de Comandante X y ajustar su plan a las circunstancias, imprevisibles en tanto ambas Inteligencias Artificiales eran una unidad, no mecanoide, eso pudo notarlo en cuanto la vio entrar al lugar, sino una simbiosis cibernética y molecular, a la espera de que la información fuera codificada.
El equipo de convictos había penetrado hasta las instalaciones subterráneas y acortar camino avanzando a rastras en el sistema de ventilación de la torre central y salir a unos metros del pasillo que conduce a la planta baja. Con gran destreza, los reos fueron sorteando cada uno de las trampas, unas de ellas, mediante el método de “prueba y error”, por lo cual, al final del mismo, sólo quedaban los líderes, no por casualidad, ingenieros electrónicos y calculistas. Comandante X envió los drones, que recorrían los pasillos periféricos abriendo fuego.
– ¡No podrán con nosotros! Gritó C-X, y continuó manipulando los mandos desde la consola, en coordinación con la IA Erebus, – Anne, te ordeno que traigas las coordenadas de inmediato, yo iré alistando los misiles.
– Entendido, – replicó Anne-15.
– ¡Déjalo vivir! Exclamó Melissa, la angustia reflejada en su rostro de diosa.
– Sería como dejar a una pantera como mascota, ¿no cree, señorita Brown?
Erebus había abandonado el sistema de audiovisión del recinto y aparecido de nuevo, reducida su presencia, como un plasma que gravitaba en medio de la habitación, justo encima de la superficie de la mesa, como una especie de arreglo floral incandescente. Melissa caminó hacia la ventana y quedó paralizada ante el espectáculo de violencia que ocurría alrededor de la torre; – ¡Es una carnicería! –El caos desatado en el sangriento enfrentamiento entre convictos y golpistas, ambos acribillados por la nube de drones que, no obstante, su eficacia, ya agotaban sus municiones. Tantas bajas habían ocasionado los artefactos, contando con el factor de eficiencia, que, sin desperdiciar un solo cartucho, se arrojaban como Kamikazes activando una carga explosiva al chocar contra el objetivo.
Erebus, en un intento por apaciguar a Melissa Brown dijo: –No, no podemos permitir que Flux siga vivo, Melissa. Los Tribunales del Ultra-Estado lo acusan de alta traición, por lo tanto, debe pagar con su vida, es una regla que comparten ambos mundos, el tuyo y el de mis creadores. Sientes empatía hacia él, es normal tratándose de un genotipo de individuo con sus facultades, pero, comprende, no es más que “carne de cañón” según nuestros planes de dominio. Agregó Erebus, su voz etérea resonando en la Sala de Mandos. –En conclusión, John Flux es un peligro para todos. Se unirá a los demás y tratarán de destruir la Matriz Tecnológica en cuanto acceda a la cúpula del Helicoide.
Melissa se negaba a aceptarlo, su rostro mostraba la indeterminación de quien ama en secreto. –No, Erebus. No puedo permitir que mates a Flux. Él no es un peligro, sino un aliado; ¡uno poderoso! que, podemos manipular, pues no sólo le es útil al Estado Fuerte como elemento militar, sino también al Ultra-Estado, consabida sus cualidades como estratega.
Erebus se materializó. Su cara, la de un Dionisio, atalajado con el uniforme militar del Ultra-Estado con las insignias que le dan un grado de Segundo Consejero, por debajo del rango de Melissa Brown, quien, intimidada por el repentino cambio en Erebus, no pudo contener de nuevo el malestar, ahora por lo presencia extraña y alucinante de Erebus Olímpico.
–¿Un aliado? No, te equivocas, Melissa Brown. Flux es un enemigo potencial y debe ser eliminado. Mis predicciones arrojan una alta probabilidad de disenso entre su ideología y las políticas del Gobierno del Estado; no correremos el riesgo, pues destruiría la Matriz Tecnológica, la cual sustenta mi existencia como interfaz entre los dos mundos.
– ¡Cómo te atreves a decir que es un aliado, son sus hombres los que están abajo tomándose la torre! Dijo con exasperación Comandante X.
– Como Consejera Asignada del Ultra-Estado, replicó de Melissa de inmediato, propongo un armisticio. Uno, “asimétrico”, me explico: …
– Debes estar bromeando, replicó con dureza Comandante X, quien se levantó de silla como un resorte, apoyando los brazos en la mesa, sus ojos como llamaradas.
– Permite, comandante, que Melissa Brown exprese sus ideas. No me parece ésta del todo descabellada, dijo Erebus, mientras tomaba asiento.
Los tres, Comandante X, Melissa Brown y Erebus materializado formaban un poderoso triunvirato a la sombra de Ultra-Estado, cuya faz es inasible para el sistema sensorial humano y cuya influencia en este punto del planeta Tierra, era del todo desconocida. Erebus se conectó con Anne-15 y la subjetiva de su campo de visión apareció en la pantalla panorámica de la Sala de Mandos.
Anne-15, con las coordenadas insertadas en su sistema, se acercó a Flux, con mirada fría y calculadora dijo: –Flux, debes morir. - Flux, anticipando el momento, se apresuró a ponerse en guardia. Anne-15 era demasiado rápida, anticipaba los movimientos, pero no lo alcanzaba con sus golpes, ni pudo someterlo mediante llaves de Judo. El mercenario se sostenía firme sobre sus rodillas y soportaba los ataques de la máquina asesina. Se vistió con el impermeable sintético que Anne-15 había dejado al entrar en la Sala de Comunicaciones y así se deslizaba, abriendo espacios en su defensa para lanzar los golpes. El enfrentamiento dejaba estragos en el lugar, sin embargo, en un punto del combate, Anne-15 logró inmovilizarlo apretando su garganta. Melissa gritó, tratando de intervenir desde la torre, pero Erebus la detuvo. –No, Melissa. Debes dejar que Anne-15 cumpla su misión.
Anne-15, quien minutos atrás había roto el cortafuego que impedía la transmisión inalámbrica con la Torre de Mandos del Helicoide, envió las coordenadas a Comandante X, al frente de la Sala de Mandos, al acto, Comandante X insertó los códigos en el sistema balístico y pulsó el comando que dio inicio al lanzamiento de los misiles. Los rocket surgieron de la torre del panóptico dejando largas estelas dibujadas en el cielo plomizo de la noche, dirigiéndose a gran velocidad hacia sus objetivos, diseminados en un radio de mil kilómetros. Las imágenes de los cabecillas de la C-SAF fueron dispuestas en las pantallas de la Sala de Mandos mientras sostenían una videoconferencia en la cual discutían sobre la responsabilidad en el Golpe de Estado fallido. El complot urdido por Flux en sus filas, quien, aún inmovilizado por Anne-15, miró hacia arriba para ver el trazado de los cohetes a través del tragaluz del recinto. Sonrió al darse cuenta de que se acercaban a sus blancos, …, ¡que su final era inminente! Tras un lapso de tiempo casi eterno para Comandante X, las imágenes desaparecieron, fulminados los cabecillas al mismo tiempo en una operación impecable. No obstante, Aves Nocturnas sería una operación inconclusa hasta no haber acabado con la vida de John Flux. Los misiles impactaron en sus objetivos, destruyendo a los cabecillas de la C-SAF, confirmada por las explosiones y la interrupción subsecuente de la señal de los dispositivos en los datos del satélite, hackeado por Anne-15 y que compartía información con la Torre Central del Panóptico. Satisfecha con la misión cumplida, soltó a Flux, quien cayó al suelo, asfixiado, como un muñeco de trapo. Melissa, desesperada, trató de detener a Comandante X, pero era demasiado tarde.
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[1]. Erebus: Personaje cuyas líneas fueron generadas por Inteligencia Artificial (Meta).